Y AHORA, El FINAL de MIRAGE y VISIONS

XIX (Visions)
Kaervek estaba ansioso. Tenía confianza de que su poder, sus espíritus, y las bestias felinas que controlaba harían la diferencia y ganaría la guerra que había comenzado. Las tres naciones de Zhalfir, Suq’Ata y Femeref, aunque aliados en formas, no lo eran de fondo y Kaervek lo sabía. Las rencillas que tenían de años volverían a salir a flote. Su ansia residía en saber el paradero de Jolrael. La maga había estado ausente y Kaervek, gracias a un hechizo, sintió que alguien trató de abrir la prisión ámbar en la que se encontraba Mangara. En ese momento le molestaba no poder estar en dos lugares a la vez. Quería estar seguro de la lealtad de Jolrael, antes de tener otro enemigo al cual vencer.

La Coalición, aunque fracturada por los diversos ataques que se sucedían a lo largo de las tres naciones, estaba firme en su deseo de expulsar a Kaervek de sus tierras. Jolrael había visitado a cada uno de los jefes de las tres tribus mayores. Apenada y pidiendo disculpas, pero firme en su determinación al aceptar su culpa y ofrecer su ayuda. “He visto los horrores que Kaervek ha liberado”, decía a cada uno de los líderes. A las pocas semanas de que la Isla de Teferireapareciera, los líderes de las naciones de Jamuraa concretaron una asamblea en Kipamu, la capital de Zhalfir. Una vez reunidos, Asmira, Sidar Jabari y Hakim, junto con Jolrael hablaron de las visiones que habían estado teniendo en sueños. Jolrael afirmaba que tales visiones eran parte de la ayuda que ofrecía Teferi.
– ¿Pero por qué no ayudarnos de maneras más prácticas? – Preguntaba Hakim – ¡El hombre es un gran mago! Y según dicen, es un caminante de planos, ¡un planeswalker!
– Tranquilo amigo Hakim. – Decía Asmira – Entiendo tu frustración. Pelear contra espíritus es difícil. Sin embargo, nuestros sueños son similares y el mago Teferi nos llama a resisitir.
– Mangara está vivo – Dijo al fin Jolrael – Avergonzada estoy de haber participado en su aprisionamiento. Kaervek es astuto, manipulador.
– Es claro que nuestras diferencias son de años y no se pueden arrancar de raíz. – sentenció Sidar Jabari – Aún cuando nosotros nos hemos sentado a discutir qué estrategia seguir, nuestra gente lucha entre ella.
– Supersticiosos son. Llegamos a juzgar, antes de entender – dijo Jolrael con sentimiento de culpa – Yo misma soy parte.
– La noticia de que Mangara está con vida me tranquiliza.- Asmira se dirigió a los tres – Debemos liberarlo. Es un gran hombre y la ayuda que prestó a las tres naciones de Jamuraa debe ser devuelta con su libertad.
Para liberar a Mangara el grupo ideó una estrategia: Asmira ayudaría a Jolrael a regresar a su palacio dentro de la jungla, mientras Sidar Jabari y Hakim mantendrían ocupadas a las tropas de Kaervek. Los planes fueron puestos en marcha casi inmediatamente. Asmira formó una guardia de élite compacta para no llamar la atención, guiada por Jolrael, mientras que Sidar Jabari y Hakim organizaban una distracción suficientemente grande entre sus ejércitos. La oportunidad de ejecutar el plan llegó igual de rápido. La armada de Kaervek, constituida no solo de espíritus, felinos y máquinas, sino además de hombres, atacó la ciudad de Ufungu, ubicada en una de las fronteras de Zhalfir. El ataque paralizó la ciudad.
La inteligencia de Kaervek le había informado de que los líderes estarían ahí. Información errónea que la Coalición dejó esparcir para tender la trampa. El Sidar que gobernaba la ciudad, Mwigo, y sus tropas, se sacrificaron para dejar que parte de la población lograra escapar. Visiones de Teferi indicaron el camino a los sobrevivientes, llegando a la ciudad de Tefemburu, una ciudad ya peligrosamente sobrepoblada. Sidar Jabari sabía que la atención de Kaervek pronto estaría enfocada en la ciudad, esto daría la oportunidad a Asmira y Jolrael para ingresar al palacio donde estaba Mangara en la prisión ámbar. El plan surtió efecto y pronto el ejército de Kaervek llegaría a la puerta de la ciudad.
Los atacantes eran rechazados por arqueros, pero estaba claro que el asedio no duraría más de una semana. El ejército de Kaervek era demasiado grande. Hakim, con sus dotes de orador, mantenía la moral de la gente. En un discurso, comenzó un poema de una ciudad en combate que escaparía del asedio, un poema que él mismo no había escuchado, pero que se le presentó en una visión. El poema invocó un hechizo que hizo que las criaturas que asediaban los muros de la ciudad se desvanecieran al anochecer. Hakim y Jabari entonces organizaron el escape de la ciudad.
– ¿Crees que lo lograremos? ¿Es mucha gente? – preguntó Hakim
– Debemos dejar la ciudad sellada mágicamente. Organicemos a los hechiceros que quedan – sugirió Jabari.
Entonces los líderes decidieron dejar la ciudad de Tefemburu sellada mágicamente, como trampa. La noche fue corta; la gente estaba a escasos kilómetros de la ciudad, mientras seguía el éxodo. Al alba, el ejército de Kaervek reapareció. Y siguió atacando la ciudad, ya vacía. El poder del ejército fue generando una ola de energía dentro de la trampa mágica. Fue tanta la presión que implotó, destruyendo tanto la ciudad como al ejército de Kaervek.
El hechicero fue despertado en su sueño cuando su ejército dejó de existir. El grito psíquico de su armada fue demasiado fuerte dentro de su cabeza. En pánico, pues no sabía que le había pasado a esta (sólo que había dejado de existir o sido destruida) invocó refuerzos con lo que le quedaba de poder. Supo que los ciudadanos de Tefemburu habían escapado de la ciudad y de la explosión. De manera mágica empezó a buscar a lo largo de Jamuraa dónde una masa de gente tan grande podría estar. Su búsqueda lo llevo a darse cuenta de que la Isla de Teferi había regresado y estaba habitada. Su perspicacia le hizo darse cuenta de que el poder que emanaba de la isla había hecho posible que él fallara.
Kaervek invocó a todo su ejército, de igual manera invocó a Jolrael a que se le uniera, pues sintió que necesitaría de su ayuda y ya era tiempo de definir su lealtad. Envió a algunos de sus mejores guerreros que había traído de Urborg a vigilar la prisión de Mangara.
– Tengo que dejarte Asmira, Kaervek me invoca. No debemos de darle indicio de que estamos a punto de liberar a Mangara.
– Entiendo, maga. Ve, pero con cuidado.
– Está enojado. Creo que tiene pensado llegar a la Isla de Teferi. Si Teferi aún está lidiando con su problema de flujo de tiempo, no podrá concentrarse en Kaervek. – Jolrael desapareció frente a Asmira.
El ataque de Kaerverk a la Isla de Teferi no duró mucho. La Isla fue atacada por espíritus, pero los magos y hechiceros al servicio de Teferi, tenían mucha experiencia. Sus hechizos de defensa eran casi impenetrables.
– ¡Jolrael! ¡¿Qué haces?! ¡Ataca!
Kaervek se había dado cuenta que las bestias voladoras de Jolrael no hacían sino volar en círculos sobre la isla sin lanzar ningún ataque.
– ¡No!
Durante la batalla, Jolrael se volvió contra Kaervek, enfrentándose en duelo mientras las bestias empezaron a atacar a los espíritus controlados por el mago.
– ¡Maldita bruja! ¡No eres nadie comparada conmigo!
Kaervek furioso, mostró la magnitud de su poder, convirtiendo a las bestias de Jolrael en muertos vivientes, apoderándose de ellos y atacando la isla.
– Es hora de que Jamuraa deje de estar gobernado por varios líderes… sólo necesitan uno, ¡a mí!
– ¡Fui una ciega! Pero, ¡no más, Kaervek!
Jolrael lanzó una ráfaga de maná verde, hiriendo a Kaervek durante su duelo. Pero el mago segúia de pie.
– Te subestimé… Mata a alguien y destruyes su presente… pero mata su tierra, erosiónala y destruirás su futuro. Jolrael… tú y Jamuraaa no tendrán futuro.
ooo
– Ese tipo, Crovax, ha estado con nosotros incluso antes que Squee. – Sentenció Tahngarth.
– ¿Estás seguro? – preguntó Sisay. ¿Y por qué demonios no lo recuerdo?
– Flojo… no sale, casi no come, en su cuarto – dijo Squee.
– ¡Calla, nabo!… pero el goblin tiene razón. – Finalizó Tahngarth.
– ¿Cómo podríamos saber algo más de él? ¿De todos? Debo confesar que no conozco tan bien a mi tripulación. Podrían ser agentes phyrexianos y no lo sabríamos.
– Déjamelo a mí – dijo Orim.
Orim tenía un plan: simplemente haría una prueba médica a todos los tripulantes, para llevar un registro y conocer algo más de ellos. Con tantas adiciones a la tripulación era difícil llevar la cuenta, sin mencionar que algunos tripulantes simplemente en decidían cambiar de barco y cambiaban en algún puerto, para no volver a saber de ellos. Y así empezó el censo. A Sisayle preocupaba que ahora bastantes de ellos supieran que el Weatherlight podía volar, y a pesar de que quiso estar presente con Orim, ella le dijo que debía haber confidencialidad entre paciente y médico. Todos los tripulantes contestaron las preguntas sin problemas, con excepción de aquellas que hacían referencia a mujeres, prostitutas o comezones.
“Crovax viene de una familia noble de Urborg, de apellido Windgrace. Tuvo una niñez difícil. Ser un humano en una tierra habitada por muchas cosas putrefactas lo afectó seriamente. Su familia constantemente fue atacada por otros nobles que reclamaban la tierra de sus ancestros o por nigromantes. Algo que comentó, y me parece esencial para tener su perfil psicológico, es que sus padres nunca estuvieron preocupados por su bienestar de ninguna manera. Es lo que Crovax dice. Tuvo una relación muy pobre en términos emocionales. La ubicación de sus tierras en Urborg, hizo también muy difícil que él pudiera convivir con otros humanos. Crovax vivió entonces una infancia muy solitaria. Eso explica el por qué se encierra en su camarote. Está acostumbrado a vivir así. No tiene lazos afectivos… de hecho no sabe cómo formarlos. Su único contacto fue el ángel guardián de su familia: Selenia. Nunca había escuchado que un ángel en particular fuera sólo protector de una familia. Él dice que siempre fue así, pero que la ángel está ligada a su familia a causa de un artefacto”.
– Ese es mi reporte. – Finalizó Orim – La conclusión que saco es que no es un agente phyrexiano, simplemente es retraído por su formación emocional. Ya en el terreno de la especulación, quizá esté enamorado de su ángel guardián… lo está o lo estaba, por la forma en que se refiere a ella.
– Tratemos de integrarlo, o nosotros de integrarnos con él. Después de todo, nos salvó la vida Sisay – Dijo Gerrard.
Como guerrero, Crovax encontró un propósito en el Weatherlight, aunque la relación con los demás miembros de la tripulación no era fácil. Se hizo muy amigo de Rofellos, en especial porque ambos compartían el gusto por la buena cerveza, además de que el elfo era de carácter ligero, soportando periodos sombríos en los que caía Crovax. Sisay sin embargo, mantenía un ojo en él, haciendo que los demás, en especial Mirri, desconfiaran de él. Aun así, su habilidad y competencia como tripulante y navegante estaban demostradas.
– Gerrard, ¿qué tal va el entrenamiento? – preguntó Sisay
– Vamos muy bien, pero somos pocos. Aún contigo, Hanna y Orim.
– No importa, no creo que debamos desembarcar, más si estamos por aire. Pero debemos estar listos en cualquier momento que nos invoquen.
– De eso no te preocupes. Lo estamos
Fue curioso que en el momento en que Gerrard terminó su frase, una imagen de Teferi apareciera entre él y Sisay.
– ¿Estás lista Sisay, capitana del Weatherlight? – preguntó el mago.
– ¡No hagas eso, hombre! – exclamó Gerrard, que ya había desenvainado su espada.
– Estamos listos – replicó Sisay.
– La pelea es ahora. Necesitamos su ayuda por aire. Deben ir a Mwonvuli, ahí los esperan.
XX (Visions)
Kaervek desapareció de la vista de Jolrael, pero los espíritus y bestias convertidas en no muertos seguían atacando la Isla de Teferi, y Jolrael comenzó a ayudar.
Mientras tanto, Asmira y su grupo de élite compacto habían tenido un viaje duro a través de la jungla de Mwonvuli, en la que Jolrael tenía su palacio. Asmira pensó que no podía haber mejor lugar para esconder a Mangara, pues era de muy difícil acceso. El lugar estaba lleno de guerreros felinos que Kaervek había traído de las islas aledañas a Urborg, lo cual había atrasado el progreso de la misión. Asmira temía que no alcanzarían a liberar a Mangara antes del regreso de Kaervek, pero la ayuda llegó de los cielos: Sisay, comandando el Weatherlight, se posó arriba de ellos, subiendo a Asmira y a su gente. Trazando coordenadas, Sisay y la tripulación llegaron al palacio de Jolrael en menos de una hora. El palacio, ahora convertido en prisión, estaba bien custodiado.
– Asmira, le prometí a Teferi que los traería al palacio de Jolrael, pero no prometí pelea.
– Lo entiendo, Sisay. Respeto eso – respondio Asmira.
– Pero habríamos de ayudarlos – inquirió Gerrard.
– Ya escuchaste a la capitana – mencionó Tahngarth. No dejaba pasar la oportunidad para poner en su lugar a Gerrard.
– Son guerreros bien entrenados – intervino Rofellos. – sabrán que hacer.
– Al menos hay que esperarlos – Sugirió Crovax.
– De eso puedes estar seguro, Crovax – Dijo Sisay firmemente – Estaremos en la retaguardia, Asmira. Tienen el elemento sorpresa.
Justo en el momento en que Asmira y su grupo de élite bajarían del Weatherlight, una imagen de Teferi se les apareció a todos los que estaban en la cubierta de la nave. Dirigiéndose a ellos les dijo:
– Terribles noticias. Jolrael me ha dicho que Kaervek ha escapado. Casi inmediatamente sentí que la ciudad de Userk desapareció junto con sus habitantes. La tierra era rica en maná. Sólo podemos asumir lo peor. Me informan además que lluvias de sal están cayendo por los cultivos de las villas más productivas de Zhalfir. Deben actuar rápido. – dicho esto la imagen de Teferi se desvaneció.
– Kaervek aprisionó a Mangara por celos, pero ha envenenado a Jamuraa sólo por gusto o desprecio – Dijo Asmira – Bajemos.

Tras pelear brutalmente con los guardias que resguardaban la Prisión Ámbar donde se encontraba Mangara, Asmira al fin estaba ante la reliquia, pero no pudo romper la prisión con su magia. Deseó que Jolrael estuviera ahí. De repente, Asmira sintió que el cielo se derrumbaba, pues bestias y hombres no muertos empezaron a atacar el palacio de Jolrael. Tomando la prisión en sus manos hizo el último sacrificio, ya que destruyó su cuerpo para liberar a Mangara de la prisión, pues entendió que Kaervek había utilizado magia negra como protección contra hechizos. Su sacrificio fue acompañado por una luz cegadora que destruyó la Prisión Ámbar. Mangara había sido liberado, mientras veía cómo Asmira era consumida.
El Weatherlight no la llevaba tan fácil, dragones atacaban a la nave, que tenía muy poca artillería. Tratar de volar y esquivar a los dragones tampoco era tarea fácil, pues la tripulación era experta en agua, pero hacía muy poco que habían aprendido a volar la nave.
– ¿Qué hacemos, capitana? ¡No podemos dejar a Asmira ahí dentro!
– ¡Lo sé!
Sisay estaba estresada, había puesto a su nave y tripulación en una situación a la que no estaban acostumbrados.
– ¡Miren! ¡Abajo! – gritó Karn.
Vieron como el palacio de Jolrael hacía implosión, quemando todo a su alrededor. Los dragones que los atacaban desparecieron, pero la Weatherlight estaba sin control, cayendo en los escombros.
Mientras había estado aprisionado, Mangara había continuado velando por Jamuraa. Una vez liberado y tras la destrucción del templo de Jolrael, Mangara observó que una nave, la Weatherlight, caía. Inmediatamente fue ayudar.
– ¿Están bien?
– Si… sin problemas – Dijo Sisay – Tahngarth, asegúrate de hacer un censo. Orim, acompáñalo por si hay heridos. Hanna, Karn, revisen la extensión del daño de la nave.
– Veo que tienes todo en orden, mujer. Me alegra. Debo irme. – dijo Mangara.
– ¡Espera! ¿Dónde está Asmira?
Mangara desapareció.
Aún aprisionado, Mangara se había dado cuenta de lo que había estado sucediendo en Jamuraa. Sentía la presencia de Kaervek y se transportó, apareciendo en los páramos de la ciudad de Userk, donde Kaervek había destruido la ciudad para obtener el maná que contenía. Kaervek fue tomado por sorpresa. Sintió miedo de ver que a quién había aprisionado, de la nada apareció frente a sus ojos.
– Has causado mucho mal, Kaervek… más del que había ya en estas tierras. – Sentenció Mangara.
– ¿Vienes a repararlo? – Se burló Kaervek.
– Con palabras. No quiero llegar a la confrontación bélica.
– Ambos somos buenos con las palabras.
– ¡Tú manipulas!
– No quedará nada que manipular… prefiero ver destruida todo Jamuraa. Esta gente es difícil… y si… ya he destruido mucho… pero prefiero gobernar sobre los muertos, hacen menos preguntas.

Ambos magos se dejaron llevar a una batalla de hechizos. Pero la abundancia de maná negro que ahora controlaba Kaervek le dio la ventaja.
– Tú no sabes de sacrificios Kaervek. Me desvaneceré al exilio, pero vendrás conmigo.
– ¡No!
Mangara lanzo un hechizo, que Kaervek esquivó, pero Mangara se colocó detrás de él y lo tomo del brazo. Kaervek creyó en las palabras de Mangara, y utilizó un último recurso: se desprendió el brazo de su cuerpo, revelando a Mangara su naturaleza.

– ¿Qué eres?
Kaervek, gimiendo de dolor, trató de ejecutar un hechizo defensivo pero no lo consiguió. Mangara observó el brazo de metal.
– Phyrexia… ¿es real?
– Tan real como lo que sostienes en tu mano Mangara… Los secretos de Phyrexia salen caros, uno paga con su carne.
– ¿Tanta es tu ambición?
– ¿Qué puedo decir? Espero que otra persona se sacrifique para volverte a liberar – Kaervek saco de sus ropas una piedra ámbar.
– ¡No más!
Mangara ya no iba a tratar de razonar con palabras. Casteando un hechizo, arrebató de la mano la piedra ámbar que sostenía Kaervek y la utilizó contra el mago. Ahora Kaervek yacía atrapado dentro de la Prisión ámbar.


– Jugué con el tiempo, como un niño juega con fuego… fui descuidado. Y por eso pido perdón.
Teferi se dirigía a Sidar Jabari y a Hakim, a la nueva líder de Femeref, Rashida, Jolrael y Mangara. Se habían reunido en la Isla de Teferi para formar un pacto en el cual se comprometían a trabajar juntos, como naciones independientes, pero por el bien común de Jamuraa. No permitirían que una vez más alguien tratara de gobernar sobre ellos.
– Mangara les enseño que es con palabras como se deben de llegar acuerdos. – dijo Teferi. – Deben seguir ese camino. El buen ejemplo viene de cualquiera – Teferi se dirigió a Jolrael.
– A nombre de Jamuraa, queremos reconocer a Mangara como la persona que logró unirnos en la paz – Dijo Jolrael – Además de ofrecerle mis más sinceras disculpas.
Teferi ayudó a mover la nave dañada Weatherlight a la Isla, dónde Hanna y Karn, ayudados de los hechiceros repararon la nave.

– Con este anillo uno tiene amigos que nunca se imaginó – Dijo Sisay.
– Y enemigos… nunca lo olvides. Su misión es importante. Con todos ustedes enfocados en ella la habrán de lograr. – Teferi se dirigió a cada uno de los tripulantes. – Han visto el brazo que Mangara arrancó de Kaervek. Phyrexia ya está aquí. Su invasión es inminente. La leyenda de que un arma destruirá a Phyrexia no la creí… pero ustedes han sido llamados a hacerla realidad.
– Creo que ahora estamos más convencidos ¿cierto? – Preguntó Sisay – necesitamos encontrar las reliquias de Gerrard, ahora más que nunca.
Gerrard veía a todos los tripulantes del Weatherlight y su mirada se posó en Karn. Sentía que su destino estaba ligado a él y a los artefactos del Legacy, sin embargo, su deseo de no estar ahí era más grande. Gerrard deseó que su vida fuera más simple, pero su perspicacia le hacía notar que la Tempestad se acercaba cada vez más.
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