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El regreso de Teferi (Bloque Mirage 8/11)

Actualizado: 7 ago 2020

XIV (Visions)

Teferi, junto con su isla, había regresado exactamente al mismo lugar donde había estado hace ya mucho tiempo. No sintió nada raro. De hecho él no sabía que se había ido. Antiguo discípulo de Barrin, durante su infancia había estudiado en Tolaria mostrando gran capacidad para la magia. Hacía ya mucho tiempo que había regresado a su tierra natal en Jamuraa, convirtiéndose de manera autoimpuesta, en protector de la región. Durante cierto punto de su vida, Teferi mismo ascendió como caminante de planos, un planeswalker. Sintiendo el impulso de viajar a través de los planos, creó una estructura geopolítica a lo largo de la zona de influencia del norte de Jamuraa para que la coexistencia pacífica pudiera seguir en su ausencia. No hacía mucho tiempo que había realizado continuos experimentos temporales, los cuales aumentaban o detenían el tiempo en ciertas zonas de su isla. Teferi había visto desarrollar a algunos maestros en la Academia de Tolaria magia temporal, pero él mismo aprendió qué hacer y qué no hacer con ese tipo de magia. Teferi se especializó entonces en aumentar el tiempo de invocación de criaturas. Empezó a experimentar en otros planos que él consideraba desérticos, pero se sentía más cómodo en Dominaria.



Cuando Teferi regresó a su tierra natal, después de varios años en Tolaria, encontró su continente al borde de una guerra civil. El sur de Zhalfir se había dividido y había formado la nación teocrática de Femeref porque las iglesias no estaban de acuerdo en la forma de tributos que Teferi había permitido. Una era de prosperidad había traído la extracción de oro de las montañas de Suq’Ata, pero había hecho que estos tomaran la idea de Femeref y se independizaran. Esto no le gustó a Zhalfir, lo que ocasionó un conflicto. Teferi rastreó y fue tutor de una chica capaz y de cuna real. La reina Yormeba trajo paz a la nación, pero falló al tratar de unificar Zhalfir. Cansado de las disputas de su gente (que consideraba tontas) Teferi se retiró a una isla en el golfo de Jamuraa con un grupo de consejeros confiables, sabios, ingenieros y hechiceros. Ahí, Teferi comenzó a manipular el tiempo para hacer más rápida la invocación de criaturas.

Los experimentos tuvieron éxito, aunque limitado.Tras varios años de prueba y error, Teferi se dio cuenta de que el proceso era muy inestable, sin embargo, para ese entonces el daño estaba hecho. Los primero experimentos que el mago había hecho fueron hechos sin cuidado y habían dañado el balance de tiempo. Teferi intentó corregir su error lanzando un hechizo explosivo de maná para reparar los huecos en el flujo temporal, y aunque había anticipado consecuencias, no sabía los resultados finales que causaría la cura. El flujo de maná afectó a toda la isla, excepto la roca en la que fue construida. De manera instantánea todo lo que estaba en la isla se movió en espacio y dejó de existir en el flujo de tiempo normal.

Unos años después, atraídos por la energía emanada de la isla, Jolrael, Mangara y Kaervek empezaron a estudiar lo sucedido. Tras haber mediado diplomáticamente entre las tres naciones, Mangara fue emboscado por Kaervek y Jolrael. En plena guerra fue entonces que la Isla de Teferi regresó al flujo de tiempo normal.


En poco tiempo Kaervek invadió Femeref, hizo que Suq’Ata cerrara sus fronteras y Zhalfir se replegó. La victoria de Kaervek era inminente. En ese momento Jolrael se empezó a preguntar si su alianza con Kaervek era para proteger a Jamuraa o para destruirla. El continente estaba hundido en magia oscura.




Jolrael aún tenía a Mangara en la prisión ámbar, después de todo, Kaervek se la había entregado. La maga había visto este gesto como buena voluntad de Kaervek pero, tras dudar de las intenciones del mago, intentó liberar a Mangara.

– No sé si puedas escucharme Mangara, espero que mi hechizo de liberación sea el correcto y salgas de esa prisión sin rasguño alguno. Entenderé si no confías en mí.

Jolrael entonces lanzo un hechizo de reversión a la piedra ámbar. No pasó nada. Mangara seguía atrapado.

– Kaervek colocó una barrera mágica a la prisión… mi hechizo ya le alertó que intenté liberar a Mangara. – Se dijo a si misma Jolrael.

Jolrael supo entonces que era cuestión de tiempo antes de que Kaervek se enterara de su traición e incluso tomara medidas contra ella. La maga necesitaba ayuda y rápido. En ese momento sintió una energía que venía desde el Golfo de Jamuraa: la isla de Teferi había regresado.

Detectando la misma energía temporal que la había llevado a investigar la desaparición de Teferi, ahora encontró la isla, intacta. Jolrael fue hasta donde estaba Teferi y le imploró ayuda.


– Teferi, has regresado y has visto tu tierra en llamas. Alguna vez fuiste mi único amigo… y al parecer no sé reconocer el buen amigo del malo… parte de este caos es mi culpa. Te pido tu ayuda para acabar con esta guerra.

– Jolrael… Me encantaría poder ayudarte, pero mis esfuerzos deben estar concentrados en componer el flujo espacio tiempo que afecta a la isla… Fui un tonto al creer que no habría consecuencias. Sólo hace horas que me fui y aquí ha pasado mucho tiempo… Alguna vez ayude a mi gente, pero ahora ellos se deben ayudar solos.

– Más de lo que imaginas ha pasado – contestó la maga con un sentimiento de vergüenza, pues sentía que había ayudado a la persona equivocada. – Aparte de mí, hay dos magos que vinieron a investigar lo que había pasado con la isla… un mago de Corondor y otro de Urborg.

– No tengo tiempo para tus comentarios despectivos contra toda persona que no sea de Jamuraa – sentenció Teferi.

– Pido disculpas por eso…

– Dime lo que sabes… pero recuerda que poseo el poder de la telepatía.

Jolrael aún avergonzada, le explicó su parte en la historia de los años que Teferi pasó fuera del tiempo, mientras Teferi veía las imágenes en la mente de la maga. Sintió un sentimiento de verdadero arrepentimiento por parte de Jolrael ante lo que había hecho a Mangara.

– Muy bien… lo entiendo. Este mago…Mangara, ¿aún está en tu palacio?

– Sí. No pude liberarlo.

– La magia de Kaervek es poderosa… Viene de Urborg, lo cual no me gusta nada… Bien, como en los viejos tiempos, Jolrael. Ayudaré, pero tú serás mi presencia en los eventos que sucederán, pues no puedo abandonar la isla hasta arreglar el flujo de maná

– De acuerdo – asintió Jolrael, esperanzada.

– Tendrás que esperar mi señal, pero no puedes regresar a tu palacio. Si Kaerveksospecha, tu hogar ya es peligroso. Visita a los líderes y háblales de mí. Ahora ve.

La maga salió de la isla y se dirigió a Suq’Ata a tratar de hablar con Hakim. Iba nerviosa por lo que pudieran pensar los líderes, ya que ella los había atacado. Teferi la vio irse mientras mandaba una señal telepática hacia la Academia de Tolaria.

– ¿Barrin? Soy Teferi… algo está pasando en Urborg… Pensé que él debía saber.

XV (Homelands)

– Pensé que sabrías hacer volar al Weatherlight – comentó Sisay.

– Sé que puede volar, pero necesito traducir la parte del tomo Thran donde explica el cómo – respondió Hanna. – esto lleva tiempo.

La Weatherlight viajaba aún por mar, aunque lo hacía a una velocidad increíble, una velocidad en la que Sisay jamás la había forzado. Se dirigían hacía el continente de Aerona, y por el momento se encontraban en el último tramo de la zona conocida como Islas Spice, así que pronto llegarían a tierra firme. Orim y Hanna habían convencido a Sisay de que debían investigar el Santuario de Serra que se encontraba en la ciudad de Sursi.



Durante el viaje se conocieron mejor y la capitán empezó a abrirse más con las nuevas reclutas. Les platicó de su búsqueda del Legacy para derrotar al que consideraba asesino de su familia. Para derrotar al Amo de las Máquinas. Ellas le contaron sobre el libro que, según Hanna, su padre había dejado en su mesa la noche antes de partir de Tolaria. Aunque no lo decía, ella misma dudaba que su padre había dejado el libro, pues la relación entre ambos se había enfriado desde que ella quiso estudiar artefactos. Y aquí estaba ella, buscando piezas de un artefacto que, según la leyenda, derrotaría al enemigo de Dominaria.

Como cada vez que Orim hacía referencia a sus notas y, junto con Hanna, enfatizaba el hecho de que el diario de Jodah describía a Phyrexiacomo algo real, no pasó mucho tiempo antes de que toda la tripulación estuviera convencida de que los artefactos debían ser encontrados.

Sisay, confiando en las dos chicas académicas, se convenció de que la búsqueda debía basarse en información y no en meras suposiciones como ella había empezado.

Atracaron en Verdura, una isla al sur de Aerona para reabastecerse de comestibles. Además de que Hanna quería probar algo que había visto en el motor principal del Weatherlight. Sin embargo, a sugerencia de Sisay, lo probarían en la noche, no queriendo llamar la atención por lo que pudiera pasar. Llegada la noche, Hanna activó un módulo que venía descrito en el tomo Thran. La nave levitó. La Weatherlight podía volar. La tripulación estaba entusiasmada, e incluso algunos con miedo, pero el movimiento era estable. Sisaydecidió que viajarían hasta el Santuario de Serra probando la nueva capacidad de la nave.

ooo

Un viaje que por mar hubiera tomado un día, por aire lo hicieron en menos de una hora. Sisay ordenó a Tahngarth cuidar las apariencias y llegaron por mar, como si llegaran del este. Atracaron en el puerto de la ciudad. La tripulación se separó en dos grupos: Sisay, Orim y Squee en uno, Hanna y Tahngarth en otro. Tahngarth agradeció el no tener que lidiar con Squee, pero no estaba muy convencido de dejar a Sisay sola, sin embargo, “órdenes son órdenes”, se dijo a si mismo el minotauro. Cada grupo estaba en la ciudad preguntando por el templo de Serra. Sisay, Orim y Squee tuvieron suerte de manera rápida y llegaron a la Catedral de Serra, que estaba en un peñasco. Cruzaron el puente hacia la construcción, maravillados por su arquitectura. Las puertas de la Catedral estaban abiertas y entraron. La parte de adentro era sobria pero elegante, Squee seguía toda la construcción con la boca abierta.


– ¿Quién podrá ayudarnos? – pregunto Sisay. – Quizá ese hombre del turbante – sugirió Orim.

El hombre se encontraba sentado en las bancas delante del altar. Aunque les deba la espalda, el turbante en su cabeza sobresalía.

– Disculpe, ¿señor? ¿Sabe quién podría ayudarnos? Buscamos a Serra y creíamos que alguien de su Iglesia podría decirnos dónde está. – Preguntó Orim.

El hombre del turbante les lanzó una mirada a los tres. Levantándose, les dio la espalda y salió de la catedral.

– ¡Que modales malos! – Dijo Squee.

– Discúlpenlo – dijo una voz – Ese hombre ha pasado por mucho. Bienvenidos a la Catedral de Serra, mi nombre es Hazduhr y soy el vicario de ésta iglesia.

– Mucho gusto – respondió Orim – Disculpe lo directo de mis palabras. Sé que es un santuario y mucha gente vendrá en busca de lo mismo… Estamos buscando a Serra.

– Como todos nosotros.

– ¿Qué quiere decir? – preguntó Sisay, esperando una respuesta concreta.

– Éste es su templo, y según su libro, ella regresará. Sin embargo, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que pisó estas tierras.

– ¿Entonces es real? ¿Ella vive? – Sisay preguntó ansiosa. Antes de conocer a Hanna y a Orim había pensado muy poco en si Serra era una diosa o alguien real.

– Es nuestra esperanza – respondió el Vicario. – Desde la aparición de los ángeles de Serra, Dominaria ha encontrado, en muchas partes, la paz. Sin embargo, si su búsqueda no es espiritual y sólo han venido a encontrarla a ella en persona, me temo que no podría ayudarles. Ella regresará, pero no tendría certeza de cuándo. Ahora si me disculpan, tengo una misa que oficiar. Son bienvenidas a quedarse.



Sisay, Orim y Squee quedaron sorprendidos de cómo la catedral se fue llenando de caballeros, ángeles y personas con un aura de paz. Los tres nunca habían visto a algún paladín de Serra o incluso a los ángeles. Quedaron maravillados y decidieron quedarse atraídos por el aura de calma que reinaba en el sitio. Sisay recordó cómo su madre le contaba historias de ángeles y la paz llenó su mente.


Durante la celebración, el vicario Hazduhr habló de Serra e incluso mencionó a Sisay, Orim y Squee como gente que aún la busca. Los cantos, sin embargo, tenían una melancolía y nostalgia acerca de otra tierra, el Reino de Serra. Los tres tripulantes del Weatherlight sintieron que había un dejo de tristeza e incluso enojo porque los cantos mencionaban que los había abandonado y que fueron salvados, pero no por ella.

La misa bien podría haber durado horas, sin embargo, parecía que el tiempo no pasaba y la calma los tranquilizaba. Terminado el rito, Hazduhrse acercó donde se encontraban sentados y les dijo que no sólo en la catedral podrían encontrar a Serra.

– Aunque he esperado pacientemente y mi deber es estar aquí, ayudando a la comunidad de la ciudad de Sursi a nombre de Serra, por la ciudad existen otros monumentos que ella frecuentaba. Quizá ella pudiera estar ahí. Uno nunca sabe – finalizó con una sonrisa

Los tres se despidieron, agradeciendo la atención del vicario. Fuera del templo, Squee era admirado por los ángeles y paladines que habían ido a la catedral. Era raro ver un goblin por esos lugares, qué decir de uno educado y preguntón. Aprovechando el momento y perdiendo el miedo, Sisay y Orim se les acercaron y preguntaron sobre ubicaciones posibles de Serra o de sus monumentos. Al escuchar el nombre de Serra, los ángeles, cortésmente, se despidieron volando hacia los cielos. Un caballero se tomó la molestia de hablarles.

– Hace mucho tiempo que Serra no regresa. De hecho yo desde que tomé los votos como paladín de Serra, nunca la he visto. Eran muy frecuentes sus visitas, pero hablo de años. No sé la edad del vicario Hazduhr, pero incluso se dice que la última vez que Serra estuvo aquí fue para nombrarlo vicario de su templo.

– ¿A qué te refieres? – Preguntó Orim.

– Sí, todos tenemos fe, no me malinterpreten. Serra nombraba a su vicario personalmente. Creo que la esperanza de Hazduhr es de que ella llegue pronto, pues no es un hombre joven. Ahí radica su esperanza. Sin embargo, otros más creen que nos ha vuelto a abandonar, como una vez lo hizo hace ya mucho tiempo. Disculpen, me tengo que retirar.


Orim y Sisay se quedaron pensativas. Decidieron seguir buscando mientras ambas comentaban que sería bueno que Hanna y Tahngarth tuvieran más suerte.

 
 
 

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