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Una tripulación para Sisay (Bloque Mirage 6/11)

Foto del escritor: mrpandamtgmrpandamtg

Actualizado: 7 ago 2020

X (Mirage)

La comida en la Weatherlight, el Vientoligero, no era del agrado de la tripulación. Sisay estaba consciente de eso. Como capitana de la nave tenía que ver por los hombres en general, pero su decisión acerca de la “contratación” del cocinero tuvo un matiz de conveniencia: el cocinero en cuestión, un goblin llamado Squee,era dueño de uno de los artefactos que Sisay necesitaba para completar el Legacy, el Arma Legado.




El anillo que había encontrado dentro de la cabina de la nave Weatherlight le había mostrado su misión: encontrar los artefactos que, ensamblados, formarían el Legacy, el arma que destruiría al Amo de las Máquinas. Su misión la convirtió en un propósito de venganza, pues en sus viajes a lo largo de la costa de Zhalfir supo que quienes habían destruido su aldea y matado a sus padres eran agentes phyrexianos, seres de metal y carne que incluso podían tomar forma humana. Se alegraba que su misión y su venganza fueran una sola. Buscaría y encontraría los artefactos de Legacy y destruiría a Phyrexia.

Sisay necesitaba primero una tripulación. De inicio optó por no decir o comentar con alguien su misión. Prefería mantener un perfil bajo, dado que podía haber agentes phyrexianos en cualquier parte. Encontró a Squee mientras cargaba víveres en un puerto de la Bahía de Perlas, al sur del continente de Jamuraa, pues la capitán tenía deseos de ir hacia la isla de Madara, al sur mismo del continente. Mientras estaba en uno de los mercados del puerto, vio con sorpresa cómo un goblin se paseaba por los puestos del mercado, preguntando por cada cosa que vendían los tenderos. Sisay lo encontró curioso pues él analizaba lo que le respondían y hacía más preguntas. No era común que un goblin estuviera fuera de su madriguera, mucho menos en un puerto y solo. La verdad es que Squee era único entre su familia. Considerado un genio, entre los goblins de Dominaria al menos, había salido a buscar fortuna fuera de la esfera familiar. Era curioso hasta la impertinencia. Sisay regresó al Weatherlight con el cargamento de víveres y arriba de la nave se encontraba Squee, esperándola.

– ¿Eres Capitán? – Si, ¿qué puedo hacer por ti? – preguntó divertida Sisay – Unirme a capitán y ayudar – respondió Squee sonriendo. – Mmm… estamos un poco apretados y la comida escasea. – respondió Sisay cortésmente. Era una mentira, de hecho, necesitaba bastante ayuda para manejar en su totalidad la nave, pero no creía que un goblin pudiera servirle. – ¿Qué sabes hacer? – Squee… yo… Squee… – el goblin se puso nervioso. – Calma chico, tranquilo – Intentó apaciguarlo Sisay.

Squee, nervioso, sacó una pequeña bola de metal de entre sus ropas y la comenzó a frotar, mientras balbuceaba. Sisay vio el pequeño artefacto de metal y recordó que había visto algo similar en un libro que encontró juntó con el anillo, en la cabina del Weatherlight. El tomo Thran describía algunos de los artefactos que servían para construir el Legacy y asombrada, Sisay reconoció el artefacto que el goblin traía en sus manos.




– ¿Puedo ver tu juguete? – preguntó Sisay a un nervioso Squee. – ¿Juguete? – Squee preguntaba mientras se aferraba aún más al artefacto. – El que tienes en tu mano – Sisay intentó alcanzar la pequeña bola de metal. – ¡Squee! – gritó asustado el goblin y corrió hacia la nave. – ¡Agarren a ese goblin! – ordenó Sisay a los pocos hombres que había en cubierta. No fue una tarea sencilla. Varias veces cuando atrapaban al goblin, éste se aferraba con las dos manos a la bola metálica y se escurría de las manos de sus captores. – ¡Está bien! ¡Está bien!… puedes unirte. Pero tranquilo – Soltó Sisay, sorprendiendo tanto al goblin como a su tripulación. – Squee… gracias… – dijo sonriendo – Yo feliz de ayudar. – Muy bien, mi nombre es Sisay y soy la capitán del Weatherlight. ¿Cómo te llamas? ¿Qué sabes hacer? – Squee… yo… squee… – El goblin se volvió a poner nervioso. – Tranquilo… te llamaré Squee… y ya me mostrarás que puedes hacer.

El goblin sonrió y asintió con la cabeza varias veces. Así fue como Squee entró a formar parte de la tripulación de Weatherlight. En confianza, Sisay pudo examinar el juguete de Squee y confirmó que era una parte del Legacy. Sin embargo al preguntarle a Squee dónde lo había conseguido, el goblin no sabía explicarse pero mencionaba a Argive. Sisay se convenció de que el goblin se refería a Nueva Argive y decidió que la Isla de Madara podía esperar. Era un viaje largo, en especial para un goblin, pero era su mejor pista.

La mano derecha de Sisay era todo lo contrario al cobarde e impulsivo Squee. Tahngarth, un minotauro originario de Talruum en la nación de Suq’Ata, era valiente y disciplinado. Había conocido a Sisay cuando ambos fueron aprendices de piratas. Hábil y de rápido aprendizaje, fue el primer miembro de la tripulación del Weatherlight, pues Sisay confiaba en él, convirtiéndolo así en su primer oficial. Su madre fue muerta cuando una revolución religiosa azotó a Talruum. Este suceso despertó en Tahngarth el deseo de hacer justicia, ya que su madre fue una sacerdotisa que defendió lo que era justo para su pueblo. Narcisista y vanidoso, el clan minotauro de Tahngarth esperaba grandes cosas de él, pues era considerado un minotauro hermoso y, según las costumbres de su clan, eso significaba que sería un gran guerrero.



Las formas de ser de Squee hacían enfurecer muy seguido a Tahngarth. De inicio no logró comprender porque su capitán aceptó a un goblin para ser parte de la tripulación. Coincidía con Sisay sobre el hecho de que al Weatherlight le faltaba gente capaz, pero no consideraba que Squee fuera ese alguien. Varias veces sacó el tema con Sisay de por qué aceptó a Squee. Sisay esquivaba el tema, pero consciente de que Tahngarth se molestaba y al no querer perder a tan gran elemento, un día estando ella al timón, mandó llamar a Tahngarth.

– Tahngarth, sé de tu molestia con Squee, pero necesito que estés de mi lado en esto. No puedo pedirte más paciencia… Has demostrado tu valía y confío en ti. – El minotauro se sintió complacido – ¿Ves a Squee? – Si ahí está… sin hacer nada… debería gritarle. – Hazlo – le ordenó Sisay. – ¡Eh! ¡Squee! Agarra un trapeador, pedazo de tonto. Squee volteó nervioso y se llevó las manos a sus ropas, sacando el artefacto que llevaba con él y que cada vez que se ponía nervioso lo frotaba. – ¿Ves el aparato que sacó? Lo necesito.

Sisay entonces le contó cómo su objetivo era conseguir todos los artefactos de Legacy, que esos artefactos se convertirían en un arma con la cual podría destruir al Amo de las Máquinas, que era el responsable de la muerte de sus padres. Tahngarth aceptó la explicación de su capitán y en su corazón sintió que era justa. Él le ayudaría a conseguir el Legacy.


XI (Mirage)



El día había pasado. Había sido otro más de un duro entrenamiento mágico. A Gerrard le dolía la cabeza, se había dado cuenta de que no había comido durante todo el día. Se dejó caer de espaldas. Sus compañeros Rofellos, un elfo que venía del bosque de Llanowar, y Mirri, una guerrera felina, lo observaban. Rofellos le gritó:

– ¡Vamos humano! Sólo es el principio. Pero así aprenderás a almorzar algo por las mañanas. No seas dramático.

Mirri soltó una risita. A Mirri no le importaba si Gerrardera dramático, quejoso o bromista. En las dos semanas que los tres habían estado aprendiendo magia en el bosque de Yavimaya, Mirri se había enamorado de su compañero humano.




Rofellos, Mirri y Gerrard estudiaban bajo la tutela de Multani, el hechicero Maro del Bosque de Yavimaya. Con forma de árbol, Multani era tan viejo como el bosque y compartía responsabilidades con otros hechiceros Maro, cada uno espíritu de un bosque diferente a lo largo de Dominaria. Cuando Mirri y Gerrard llegaron a estudiar a Yavimaya, Rofellos llevaba ya algún tiempo ahí, o al menos fue lo que Multani les dio a entender. “Algún tiempo” pensó Gerrard, “pero si los elfos viven siglos…”.



Rofellos no hablaba mucho, al menos acerca de su pasado, así que nunca comentó cómo es que llegó del bosque de Llanowar al bosque de Yavimaya… ambos muy alejados uno del otro. Mirri por su parte, era honesta al comentar que no sabía dónde había nacido. Desterrada desde cría por tener los ojos de diferente color, uno verde y uno azul, su familia creía que eso traería mala suerte. Su destreza y habilidad la habían hecho sobrevivir. Un día, tratando de comer algo de alguno de los árboles, Multani la encontró y la invitó a entrenar bajo su supervisión.

Gerrard en cambio era muy abierto a las preguntas de sus nuevos amigos. Querían saber de dónde venía, quiénes eran sus familiares. Gerrard incluso fue más allá y les habló de Karn, el gólem plateado… Hasta que un día Multani le pidió que fuera más reservado.

– Gerrard, no tienes nada que temer de Rofellos y de Mirri. Los conozco… a ellos puedes confiar tu vida… sin embargo, en un bosque como éste, tan viejo, hay cosas de las que no nos podemos fiar. Los árboles escuchan.

Gerrard recordó cómo había llegado hasta el bosque de Yavimaya.

ooo

– Lo que hiciste hoy, Gerrard, tiene consecuencias para las cuáles no estaba preparado. – Sidar Kondo – se dirigía a su hijo adoptivo con gran pesar –  Tu ejecución no la puedo evitar. Sin embargo, tu viaje a Yavimaya puede ser lo que necesitemos para que logres escapar. Karnpodría acompañarte, pero con él, no podrías escapar sin ser notado. En todo Jamuraa sabrían quién eres por llevar un gólem plateado junto a ti. Sugiero que lo dejes. El cuidará de tus cosas.

Sidar Kondo, estaba serio. Habían salido de la tienda dónde dejaron a Vuel y a Starke. Su hijo de sangre sería desterrado, mientras que su hijo adoptivo sería ejecutado. No resultó ser el día festivo que esperaba.

– No fue mi intención causar esto.

– Lo sé Gerrard. Tu destino es diferente. No tendrás intención de que las cosas pasen, pero tendrán que pasar.

ooo

Gerrard despertó en la noche. Habían ya pasado meses desde que llegó a Yavimaya y sintió una extraña sensación sobre soñar las últimas palabras que compartió con Sidar Kondo, antes de ser invocado por Multani.

– ¿Estás bien? – preguntó Mirri.

– ¡Ah! ¡No hagas eso Mirri! – soltó con susto Gerrard.

– ¡Dejen dormir, enamorados! – dijo Rofellos.

Mirri se puso roja. A lo largo del tiempo que llevaban en Yavimaya, era obvio para todo el bosque que Mirri sentía algo más que amistad por Gerrard. Obvio para todos, excepto para Gerrard.

– Disculpa, no debí asustarme. Simplemente me despertó un sueño… soñaba con mi padre, con Sidar.

– No te preocupes, yo tampoco podía dormir.

– ¿También tuviste un sueño?

– Si… aún lo tengo.

El sueño de Mirri era diferente. Varias noches le gustaba ver a Gerrard, verlo dormir. Ella soñaba con decirle lo que sentía por él. Pero nunca encontraba el momento apropiado para hacerlo. En el sueño de Mirri, Gerrard y ella viajaban a encontrar a su tribu. Durante el trayecto se encontraban con un guerrero felino, que reclamaba a Mirri, a menos que Gerrard luchara en un ritual místico, para ganar y tener el derecho de casarse con ella. Nada la hacía más feliz. A veces el sueño terminaba así. Otras veces Mirri era quien debía pelear por Gerrard… si perdía, se quedaría a vivir con su clan. Si ella ganaba, se quedaría con Gerrard, pero no sería amada de la manera en que ella lo hacía. Mirri siempre ganaba.

A la mañana siguiente Mirri y Gerrard aún dormían, desvelados por sus sueños. Rofellos despertó, desayunó y salió a llenarse del sol matutino. El elfo había descansado muy bien, a pesar de los sueños de sus amigos. Al salir no vio a Multani en el claro del bosque, lo cual lo puso alerta. Multani era un ser de rutinas, y al no verlo recordó una conversación que había tenido con el elemental hacía ya mucho tiempo.

– Cuando llegue el momento. – dijo Multani. – cuando él considere que está listo… o la misión se vea comprometida, empezará su búsqueda… Tú, junto con Mirri, habrás de cuidar de él y guiarlo…

– ¿Cómo sabré cuando es el momento? – preguntó Rofellos.

– Cuando yo no esté – respondió Multani.


Rofellos se dio cuenta de que el momento había llegado. Era hora de despertar a Mirri y a Gerrard y comenzar su aventura.

 
 
 

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