- Bien, Xantcha, necesito tu ayuda. Mi nombre es Urza y quiero destruir a Phyrexia.
Xantcha miraba a Urza sin parpadear. Había imágenes de la palabra Urza, imágenes horribles, concebidas desde su nacimiento en Phyrexia. Xantcha oyó la voz de un maestro-sacerdote decir: “Si te encuentras con Urza, acaba con él, destrúyelo, es un demonio para Phyrexia”. El hombre que estaba frente a ella no se parecía un demonio. Xantcha renegó de esa orden. Ella no iba a destruir a Urza, el enemigo de Phyrexia.
- Urza… - repitió Xantcha, en voz alta, para si misma– está bien, Urza, yo te ayudaré y te mostraré lo que sé de los ambuladores.
Siguiendo las instrucciones de Xantcha, Urza logró dar con otro portal en el mismo plano dónde la rescató. Estos portales o ambuladores, como los llamaba Xantcha, permitían a los phyrexianos moverse entre los diferentes planos del Multiverso, lo cual tenía nervioso a Urza, pues temía que Gix estuviera atacando Dominaria en su ausencia. Si quería acabar con Phyrexia, debía ser pronto.
La atención a los detalles que le daba Urza a su plan, implicaba que fuese minucioso con las preguntas que le hacía a Xantcha, sin embargo las respuestas le llevaban tiempo a la mujer phyrexiana. Urza construyó una pequeña cabaña cerca del ambulador, los cuales sólo podían ser activados desde Phyrexia. Urza estaba convencido de que los phyrexianos tratarían una vez más de recuperar a Xantcha y él estaría ahí esperando.
Con la información que obtuvo de Xantcha, Urza planeo su ataque. Recordando un boceto de su alumno Tawnos, Urza se construyó así mismo una armadura, la cual aumentaba su poder, además de protegerlo. Se sabía inmortal, pero no inmune. Además, la descripción de Xantcha sobre Phyrexia hizo que Urza se diera cuenta del tipo de armamento y hechizos que le serían de ayuda.
- Repasemos una vez más – pidió Urza – es importante que ningún detalle se te escape.
- Bien – respondió paciente Xantcha – Todo el plano está conformado de nueve esferas. Cada esfera, a excepción de la Primera, reside dentro de otra esfera. Phyrexia es un plano artificial.
- Me has repetido eso antes, pero no entiendo aún la importancia del detalle. – interrumpió Urza.
- No es un plano perfecto, alguien lo construyó y por lo tanto tiene fallas – insistió Xantcha. – La Primera Esfera es una parodia mecánica de la naturaleza, es un ecosistema artificial, dónde viven la gran mayoría de las máquinas. Diversas estaciones son simuladas para la adaptación de las maquinas a otros planos. La Segunda Esfera es desecho de la Primer Esfera y humo tóxico. A menos que seas nativo de Phyrexia, no podrías sobrevivir mucho tiempo en esos humos.
- La armadura cuenta con un sistema de respiración, no habrá problema con eso.
- La Tercer Esfera es una red casi impenetrable de cables y ductos. Esos cables son indestructibles. Tendrás que removerlos, pero no podrás destruirlos. Sin embargo es una esfera deshabitada y poco vigilada. La Cuarta Esfera es la Forja, dónde todos los phyrexianos “nacemos”. La Quinta Esfera es un océano de aceite… nuestra sangre, la cual es tóxica para cualquier vida orgánica, nubla la mente… tu armadura no deberá tener fisuras. La Sexta Esfera es dónde los magistrados viven, los phyrexianos más cercanos al Amo. La Séptima Esfera es la esfera del Castigo, todos los enemigos del amo son llevados directamente ahí. La Octava Esfera es la esfera de Energía… es el único lugar de Phyrexia del que se tiene prohibido el conocimiento… debe ser ahí dónde debes llegar para destruir el plano completo. La Novena Esfera es el Santuario… ahí vive el Amo de las Máquinas.
- Parece un lugar digno de su nombre… Creo estar preparado – sentenció Urza.
- ¿Qué esperas encontrar en Phyrexia? – preguntó Xantcha.
- Venganza, Xantcha. Tomaré venganza por ambos. Cuando los phyrexianos regresen y abran esa puerta los destruiré y llevaré la guerra a Phyrexia como lo hicieron con mi hogar…
- Phyrexia renegó de mi. – interrumpió Xantcha – Me construyó defectuosa… Urza, ¿tú me completarás? – Urza la fulminó con una mirada.
- No, yo no te completaré. Hacerle eso a una persona es una abominación – decía Urza mientras las lágrimas se filtraban por sus ojos. - Los vengaré, niña... a ti y a mi hermano.
ooo
Doscientos años pasaron y Xantcha aún vivía. Urza se convenció a si mismo de que ella era tan inmortal como él. No había tenido un amigo o alguien con quien hablar desde ya hacía mucho tiempo, desde Tawnos, pero ahora tenía un aliado inmortal en el cual podía confiar.
- Casi no lo digo Xantcha, pero gracias… has sido un verdadero faro de conocimiento y dirección. Si hay algo que quisieras o te pueda ofrecer, sólo dime.
- Llévame contigo… sólo escúchame… sé que no lo habías considerado, y no pretendo que desperdicies recursos en una armadura para mi… pero últimamente me he puesto a pensar en mi corazón… deseo estar completa…
- ¿Te refieres a tu heartstone? ¿la que me dijiste remueven de todos los agentes?
- Si… se encuentra en la cuarta esfera… No sé porque aún no la destruyen, si así lo hicieran yo ya estaría muerta. Si se llega a destruir con tu ataque… yo…
- La encontraré. Encontraré tu heartstone por ti y…
- No. - Interrumpió Xantcha, con voz firme. - Quiero ir, tú estarás ocupado. Yo me sé mover. Deberás confiar en mí.
- Ya confío en ti – respondió Urza.
Justo en ese momento, el ambulador se abrió del otro lado y un pequeño conjunto de phyrexianos salió de él.
El momento que tanto esperaba Urza había llegado. No podía dejar pasar la oportunidad y asintió a Xantcha, quien le devolvió una sonrisa.
Urza estaba a momentos de comenzar su venganza y no tendría piedad.
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