La verdad es libertad (Planeswalker parte 10/10)
- mrpandamtg
- 7 sept 2020
- 6 Min. de lectura
- Mira… ese control no estaba la vez anterior – señaló Ratepe.
Ratepe le indicó a Xantcha cómo en la entrada de la ciudad había una patrulla que interrogaba y verificaba la razón de visita a la ciudad. Xantcha se alarmó, pues sabía entonces que la ciudad había sido ya completamente controlada por agentes phyrexianos. Ratepe y Xantcha se separaron para dar con las piezas faltantes. Xantcha rápidamente dio con un vendedor de segunda mano y consiguió lo que necesitaba. Al dirigirse al sitio dónde había quedado de verse con Ratepe, se sintió observada. Trató de tomar un atajo, pues ya conocía la ciudad, pero resultó que esto fue un error.

- Aún viva y pensando por ti misma. Me siento impresionado.
- Gix… - Xantcha conoció esa voz al instante.
- ¡Ah me recuerdas! ¡Qué honor!... Aunque el honor es tuyo… que un magistrado de Phyrexia recuerde un defecto por todos los problemas que ha causado… siendo que sólo eres una pieza desechable. – Gix hablaba mientras se acercaba a Xantcha mostrando sus garras. – Estas aquí a mi merced, en lo que será la primera de muchas ciudades phyrexianas en Dominaria.
- No cuentes con eso.
- ¡Ah! Entonces hay un plan… ¿Por qué no me lo dices antes de que te mate?
- Si el miedo es tu única arma contra mí, entonces ya perdiste, demonio. – contestó Xantcha, desafiante.
- El Amo de las Máquinas en verdad está asombrado de que un defecto, como tú, pudiera convertirse en aliado de alguien que tuvo la osadía de atacar nuestro hogar; pero eso cambiará. Nuestro hogar volverá a ser Dominaria. Regresaremos con o sin resistencia.
- Urza no lo permitirá.
- No presumas que puedes hablar por ti misma – dijo Gix sosteniendo a Xantcha –. Esas amenazas no son nada sin hechos. Aunque… sí… ¡Sí! Dile a tu nuevo amo que Gix ha regresado. Dile que los Thran le esperan en Koilos.

Gix se fue, dejando a Xantcha en el suelo. Ella volvió al sitio donde ya la esperaba Ratepe.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué te tardaste?
- Debemos regresar con Urza, ahora.
Se dirigieron rápidamente con Urza para darle la noticia: la ciudad de Eufan Pincar estaba ya en control de Phyrexia. Si Urza debía actuar, debía ser ahora.
Al fin, las máquinas de Urza estuvieron completas. Los pequeños artefactos en forma de araña serían esparcidos a lo largo de diferentes áreas de Dominaria. Cuando la próxima Luna llena emitiera su luz, los pequeños artefactos emitirían una frecuencia imperceptible a los seres vivos del plano, exceptuando a aquellos que ya estaban corrompidos por Phyrexia. Utilizando estos artefactos Urza detendría a los agentes infiltrados, no importando credo, raza o género. Para evitar que Xantcha sufriera las consecuencias, Urza le otorgó un artefacto que evitaría que ella muriera.
- ¿Por fin crees que soy Phyrexiana? – preguntó Xantcha.
- Creo en lo que tú crees.
Las palabras de Urza hicieron que Xantcha sintiera un amor incondicional hacia su amigo. Ella lo consideraba tal.
Urza, con ayuda de Xantcha y “Mishra”, liberó entonces a sus creaciones ya programadas con la posición que debían tomar. Y llegado el momento, el proceso comenzó. La reacción que provocó la luz de la Luna en los artefactos hizo que todo aquel ser vivo que estuviera contaminado por máquina empezara a ser destruido por dentro. Toda Dominaria sufrió el fenómeno, pero los seres vivos sólo tuvieron un dolor de cabeza que fue bajando su intensidad conforme la noche pasó. Mientras los agentes phyrexianos se quejaban de un sonido que los destruía, los humanos veían como sus seres queridos, líderes y amigos morían frente a ellos. Urza no recibiría gratitud por lo sucedido.

Pasada la noche, Urza se disponía a ir a Koilos. Habló directamente con Xantcha y “Mishra”, aunque este último estaba inquieto. Si fue por el dolor de cabeza o por algo más, Urza no supo decir.
- No deseo exponerte, Xantcha… y mucho menos recordarle a Mishra el lugar dónde finalmente nuestros destinos se separaron.
- Pero podríamos ayudarte… Gix es parte del círculo interno de Yawgmoth. Todo lo que Gix ve, el Amo lo ve.
- Hermano – dijo Retepe, tomando la personalidad de Mishra –. Necesito verlo con mis propios ojos. Ir a Koilos me hará comprender.
- Bien, pero mi mente estará enfocada en él. Tendrán que defenderse ustedes mismos.
- No te preocupes – respondió Xantcha.
Urza, Xantcha y “Mishra” llegaron entonces a Koilos y encontraron a Gix, que los estaba esperando.
- He venido, demonio, tal y como lo pediste. ¿Acaso vas a rendirte? – preguntó Urza.
- Interesante plan el que llevaste a cabo durante la noche. Mortal para muchos, pero sólo doloroso para los verdaderos aptos. Sólo has retrasado lo inevitable. Quizás destruiste a todos nuestros agentes, pero vendrán más – sentenció Gix.
- Estaré aquí para recibirlos.
- Quizás, pero habremos de evolucionar. Verás Urza, pude leer la mente de tu preciosa esclava, lo cual me alertó y, desde de ayer, Phyrexia fabrica agentes inmunes a tu maldito sonidito.
Al oír esto Xantcha se sintió usada, y la mirada que le soltó Urza no le agradó. En ese momento de duda, Gix atacó, sorprendiendo al planeswalker. Urza quedó herido. Gix estaba ganando.
- Aprendemos de nuestros errores… tu ataque a Phyrexia alertó al Amo de las Máquinas, pero ahora hemos mejorado. Cada vez que regresamos a Dominaria aprendemos algo nuevo.

- ¿A qué te refieres al decir que regresan a Dominaria? – preguntó Urza, dolido.
- ¿Aún no lo sabes? Tu naturaleza te permitió conocer los secretos del multiverso ¿y aún no lees las paredes de esta cueva? ¡Urza! ¡Si está escrito por todos lados! – exclamó Gix con una sonrisa.
Urza entonces se dio cuenta que en las cavernas de Koilos estaba escrita la historia del imperio Thran y lo que leyó derrumbó toda fe que había puesto de jóven en el imperio que él creía había sido el mejor que había dado Dominaria.
- ¿Ya te das cuenta?… Phyrexia es lo que queda de los Thran… los antiguos y poderosos Thran.
- No…
- Oh sí… Los Thran no murieron noblemente destruyendo a Phyrexia… ellos se convirtieron en Phyrexia.
- ¡No! ¡Mientes, demonio! – Urza no podía creer lo que oía.

Xantcha volteaba a las paredes de la cueva, que contenía en phyrexiano letras grabadas: “Phyrexia no luchó contra los Thran. Los Thran lucharon contra sí mismos”.
- No puedes estar leyéndolo bien – soltó “Mishra”.
- Lo leo bien porque lo mismo está escrito en cada esfera en Phyrexia… Thran significa vida – sentenció Xantcha.
- ¿Hasta ahora lo descifras? Miserable defecto… tanto tiempo acompañando a Urza y no se lo mencionaste – Gix estaba divertido, saboreando el momento –. ¡Phyrexia nunca invadió Dominaria! Phyrexia existió hasta que El Inefable se fue de aquí.
Urza miró en los ojos de Xantcha y no pudo más que aceptar la verdad.
- Está escrito, tú y tu hermano fueron los responsables de que el portal quedara abierto para regresar… De joven deseabas conocer la grandeza del imperio Thran, pero tu hermano, Mishra, fue el único que tuvo las agallas para entrar a Phyrexia y conocer su poder… Aceptó dar su vida cambio de la grandeza de Phyrexia.
- ¿Mishra? – los ojos de Urza se postraban en Ratepe quien, junto a Xantcha, miraba impotente la escena, sin poder hacer algo. Gix entonces atravesó el cráneo de Urza, dispuesto a tomar las piedras que estaban en sus ojos.
- ¡No! – gritó Ratepe – ya has causado demasiado daño, demonio.
Xantcha vio cómo Ratepe se lanzaba en contra del phyrexiano. Pensó en lo valiente y tonto que era el hombre que amaba.
Ambos golpearon por detrás a Gix, quien dirigió su ira contra ellos.
Al lado de Xantcha estaba Ratepe, hijo de Mediah. Los dedos de ambos se tocaron y fueron felices por estar juntos. Nada más importaba. La cara de ambos era una imagen gloriosa para llevarse a la oscuridad.
El sacrificio de Xantcha le dio tiempo a Urza de recuperarse, haciendo que las gemas que estaban en sus ojos lanzaran una ráfaga de energía que destruyó a Gix.
- Xantcha… ¡Xantcha!...
La phyrexiana que había sido su amiga por siglos había muerto. Después de todo este tiempo, Urza estaba sólo. Parecía que cada vez que aprendía algo o tenía una revelación, alguien tenía que morir. Primero había sido Mishra y ahora Xantcha. “Mishra” no era el cadáver que sostenía la mano de Xantcha. Su hermano había muerto ya hace mucho en la batalla de Argoth, sin embargo, Xantcha, su única amiga, temiendo que la locura que lo atormentaba se apoderara completamente de él, había encontrado a un esclavo llamado Ratepe que lo ayudara a dar cierre a su relación y que lo convenciera de tomar acción en contra de Phyrexia. El plan de Xantcha resultó. El haberse enfrentado contra Mishra le dio a Urza la libertad para ser el hombre que fue: centrado en sí mismo, egoísta y alegremente convencido. Xantcha había escogido al encantador y lleno de vida Mishra. Les deseó felicidad eterna a ambos y paz, la habían ganado después de derrotar a Gix.

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