
Cinco años pasaron en el Reino de Serra y el cuerpo de Urza sanó, pero su mente seguía fracturada. Día y noche fue custodiado y Serra era avisada sobre cualquier cambio. Cuando Urza se encontraba bien, Serra lo visitaba, pero evitaba hacerlo en cuanto Urza hablaba sin sentido, al menos para ella.
- Al momento de crear éste plano, ¿visualizaste a sus habitantes? ¿También creaste a la población? – preguntó un día Urza a Serra.
- No. Mi creación fue el plano, pero sus habitantes los fui trayendo de poco en poco hasta que ellos mismos se multiplicaron. Los ángeles son creados a base de maná blanco. Son una proyección de mí, pero con vida propias.
- Radiant parece tenerlos controlados.
- Es una buena líder. La obedecen porque es firme.
- ¿Crees que sea posible entonces que Phyrexia al momento de ser creado, estaba vacío?
- Es lo más probable, sí. – respondió Serra.
- Me atreví a atacar Phyrexia y, al hacerlo, me fue mostrado el cadáver del planeswalker que creo el plano… un dragón. – continuó Urza.
- Es lo que se dice de Phyrexia.
- Pero la conciencia de Yawgmoth no viene del dragón. No al menos como Radiant proviene de ti. Yawgmoth no es ninguna proyección, más que de sí mismo.
- Los phyrexianos entonces tuvieron que provenir de algún otro lado, ¿es lo que sugieres? – preguntó Serra
- Si… y encontraré la fuente… debo de entender.
Si bien el cuerpo de Urza había sanado sus heridas, su mente no lo dejaba descansar.

ooo
Una vez Urza se sintió recuperado, por fin, pudo ver a Xantcha. Ambos estaban curados de sus heridas físicas, pero la dinámica cambió entre ellos. Xantcha se alegró de ver a su antiguo amigo, sin embargo notó un cambio en él. La calma del plano le había cambiado la forma de ver a Phyrexia. Su forma de abordar el tema ya no era sobre declarar guerra, sino tratar de entender la filosofía del plano.
- Debo entender el propósito de un plano artificial… estamos en uno, pero son tan diferentes. Aquí hay calma, pero no dejo de pensar en la máquina perfecta que vi en Phyrexia – le explicaba Urza a Xantcha.
Xantcha, a su vez, se andaba con cuidado. No creía en la perfección de Phyrexia, de la que hablaba Urza, tampoco como la supuesta pureza del plano de Serra. Ella había sentido de primera mano, el feroz orden con el que Radiant hacia acatar las órdenes de Serra, incluso cambiando las formas. Serra hablaba de calma y paz, pero Xantcha había visto lo suficiente como para darse cuenta que esa paz venía con mano fuerte por parte de Radiant. Si Serra sabía o no la forma de actuar de su ángel general, Xantcha no sabría decirlo.
Una tarde, mientras caminaban Urza y Xantcha, notaron que en todo el plano resonaban cantos que los ángeles emitían. Si eran fragmentos o partes de un canto mayor, Xantcha y Urza no lo sabrían. A veces los ángeles duraban cantando sin cesar durante una semana completa, o a veces sólo partes.
Urza y Xantcha pusieron atención al canto, el cual hacia una crónica de las creencias, el punto de vista y la sabiduría que Serra tenía del mundo. Xantcha preguntaría y le dirían que la canción tendría poco más de mil cantos, pero sólo unos pocos quedaron en su mente.
“De la nada hizo surgir éste lugar de belleza pura y la esperanza nació”.
“¡Nuestra Madre! El cielo es Su cabello, el sol Su cara. Ella baila en el pasto de las colinas”.

“El balance de la vida es como una Estrella: en un punto está la Ley, y la Ley debe ser respetada.
Si los lazos del orden se desatan, el caos aparecerá”.
“Al lado de la Ley está el Deber y el Deber debe ser obedecer.
Si el marco del Deber es roto, el cuadro que se sostiene se deshilará”.
“Opuesta a la Ley está la Gracia, y la Gracia debe ser perseverada.
Si la sábana de la gracia es arrugada, el diseño se perderá y con él la misma gente.”
“Al lado de la Gracia, está la Razón, y la Razón debe ser sujetada.
Si la telaraña de la razón llega a romperse la locura escapará”.
“Pero sobre todo está la Verdad, y la Verdad debe ser libre.
Si las alas de la Verdad son cortadas, las voces quedarán en silencio”.

“Las nubes tuvieron vida y cubrieron la tierra.
La sombra cayó sobre el ejército oscuro, que huyó ante el espectáculo de furia.”
“Más arriba que ella, por esa batalla Brindri fue un ángel de luz y furia.”
“En el encuentro hay una fuerza para todos aquellos que se debilitan,
aliento a los que desfallecen y amor para los que cantan.”

“Los enemigos no podrán con las puertas que te defienden.
Sólo tú tienes la llave y es la llave para la vida”.
- Son muy parecidos Phyrexia y el Reino de Serra – dijo Xantcha a Urza.
- ¿A qué te refieres? – preguntó Urza, extrañado.
- Ambos glorifican a un ser que mantiene a un plano en orden y funcionando.
- Es una observación interesante…
- ¡No! ¡No lo es! – interrumpió una voz.

Sobre Urza y Xantcha volaba Radiant, mostrándose orgullosa y con espada en mano.
- Esa no es la verdad. – exclamó Radiant – Si la verdad es manchada, la Ley se aplica en este Reino.
- Sólo estábamos charlando, no…
- ¡Silencio impura! – Radiant se dirigía a Xantcha - Lady Serra habrá cambiado la ley para que puedas estar aquí, pero es una consideración que yo no voy a tolerar.
Radiant, blandiendo su espada, se lanzó hacia Xantcha, quien esquivó el ataque. Una luz apareció detrás de Radiant haciéndola caer al suelo. Serra apareció. Urza en ningún momento se movió, sólo observó.
- Radiant, ¿por qué atacas a nuestros huéspedes? – preguntó Serra.
- E- ellos blasfemaron. ¡Compararon nuestro amado hogar con Phyrexia! Y no…
- ¡Silencio! – exclamó Serra, parecía más imponente que cualquier otra vez que había visto Urza. – Debes aceptar las opiniones. Aunque no te gusten. Una opinión no se corta de raíz. Se dialoga.

Mientras Serra se dirigía a Radiant, en la mente de Urza nació la idea de que si Radiant era una proyección de Serra, eso significaría que una parte de ella era intolerante a las opiniones de los demás. “Yawgmoth ansía en control y el poder, Serra creo éste lugar quizá porque no puede convivir con otros. Controladora.”, pensó Urza.
- Tú no eres juez Radiant – continuó Serra – No debes dar sentencia. Sabes que aquí no se tolera la muerte. Se celebra la vida, en todas sus formas. No es tu lugar el dar órdenes, quizá ni siquiera es el mío. Retírate.
Radiant levantó el vuelo sin voltear hacia atrás.

- Les pido una disculpa, a ambos. – dijo Serra dirigiendo una mirada a Urza y a Xantcha.
- No es necesaria. – dijo Urza, volteando a mirar a Xantcha, pues sabía que ella iba a responder. Xantcha sintió la mirada de Urza y guardó sus palabras.
- Radiant toma muy en serio mi palabra y puede ser inflexible. – dijo finalmente Serra.
- Todos somos inflexibles ante lo que creemos. – respondió Xantcha.
- Sabias palabras, mujer. – dijo Serra – Deben entender que mi intención al crear este lugar fue para que la gente creyera en el ideal, no en el ídolo. Si yo dejara el plano el plano debe existir y comportarse igual, aún sin mí. No hice este plano para ser adorada o por justificación de mi ego. No deseo lastimar otros mundos. En mi vida ya he visto demasiado sufrimiento.

A Urza le pareció que Serra se estaba justificando ante ellos. No deseó entrar en una nueva controversia, pero Urza se preguntó si alguna vez Serra había abandonado su reino, aunque sea por unos días. Había concluido que Yawgmoth necesitaba estar presente en Phyrexia para asegurarse de que todo fluyera, y Serra le daba la misma impresión. Sin su intervención, quizá Radiant hubiese destruido a Xantcha. Urza comenzó a hacerse preguntas, pero no quiso externarlas. Agradeció la intervención de Serra y siguió caminando junto a Xantcha.
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