Weatherlight
6
Gerrard y Tahngarthllevaban días pisando los talones del mercenario Maraxus y sus hombres. Sabían que perseguían a Starke y, aunque Gerrard creía que Starke había participado de alguna manera en la abducción de Sisay, la tripulación lo necesitaba para poder viajar a Rath y rescatar a la capitán del Weatherlight.
Starke se sabía perseguido tanto por Maraxus, como por Gerrard, pero le temía más al primero ya que había jugado sus cartas para que ningún tripulante del Weatherlight lo quisiera muerto, aún. Starke se consideraba un sobreviviente, pero por primera vez, las cosas estaban ya fuera de su control. No sabía porque Maraxus lo perseguía o con qué fin, pero no iba a preguntárselo.

Starke estaba cansado. Maraxus no se detenía ni un segundo y además él y sus hombres iban a caballo, en cambio Starke iba a pie. Finalmente, fue capturado por Maraxus y sus hombres. Le dieron alcance en un pueblo cerca del límite de Keld, Maraxus y sus hombres masacraron toda la villa por haber ayudado a Starke a esconderse.
– Dime rathi… ¿tienes idea del porqué te he estado persiguiendo sin cansancio? – preguntó Maraxus.
– Puedo imaginarlo…
– Él cree que fallaste en tu misión. Has dejado muchos cabos sueltos.
– ¿Te refieres a…?
– Si. Nuestro amigo ya es evincar de Rath.
– ¿Tan pronto?
– Es bueno en lo que hace – Maraxus rió. – Y su opinión es que tú no. No has logrado mucho desde que llegaste aquí.
– ¿Me quiere muerto? – preguntó Starke, serio.
– Quiere jugar contigo. En Rath descubrió a Takara, tu hija.
– ¡No! Ella no… ¡Libérame maldito!
– Sabes que eso no pasará, Starke. Golpe de calor o golpe de espada. Escoge tu destino, traidor.

Gerrard y Tahngarth llegaron a la villa destruida. Mujeres y niños estaban entre los cadáveres.
– Esto no lo hizo Starke – dijo Gerrard.
– Quizá de manera indirecta – dijo el minotauro – Si lo de la recompensa es verdadero, un hombre hace lo que sea por dinero.
– Eso me preocupa. Somos dos contra 40. Si pedimos hablar, nos matarán o nos capturarán al igual que a Starke… el dinero puede más que las palabras.
– Esperemos a que oscurezca. – sugirió Tahngarth.
La noche llegó y los hombres de Maraxus cayeron rendidos. Había sido una larga persecución y no temían que alguien los estuviera siguiendo. No habría guardia esa noche, lo cual Gerrard y Tahngarth aprovecharon. Llegaron hasta donde estaba Starke y lo despertaron. Gerrard le tapó la boca y le hizo una señal de que guardara silencio. Susurrando, Starke les hizo una advertencia.
– Debemos salir rápido. Maraxus es casi invencible.
– No más mentiras, Starke. Alguna vez me enseñaste a defenderme y te guardo cariño, pero sé que no eres de fiar.
– No lo entiendes… la fuerza y resistencia de Maraxus proviene de la gente que lo rodea… entre más gente se encuentre a su alrededor, más poderoso es… en una batalla es casi invencible.
– Bien, sólo venimos a sacarte de aquí, así que andando.
– ¡No! Maraxus… Debemos matar a sus hombres para que se debilite.
– No vamos a asesinar a sangre fría a nadie…
Starke le quitó un cuchillo a Tahngart con habilidad de ladrón y se dirigió a apuñalar a los hombres mientras dormían. Alcanzó a asesinar a dos antes de forcejear con Gerrard.
– Aquí haremos las cosas a mi manera, Starke…
Uno de los hombres de Maraxus despertó. – ¡Nos atacan! – gritó, pronto todo el campamento estaba de pie.
– Genial… ¡Tahngart, subamos a los caballos!
– No creo que…
– ¡No es hora para discutir! ¡Agarra a Starke y vámonos!
Tahngarth hizo lo que Gerrard le pidió y pronto los tres tuvieron ventaja de doscientos metros sobre Maraxus y sus hombres.
– Nunca has montado una yegua, ¿verdad? – preguntó Starke a Tahngarth.
– No discutiré mi vida privada con…
– Déjame tomar las riendas a mí.
Con un movimiento Starke quedo al frente sujetando las riendas, pero dio un golpe al pecho del minotauro con el codo, lo que hizo que Tahngarth perdiera el equilibrio y cayera, perdiéndose en la oscuridad. Gerrard al ir enfrente no se dio cuenta de esto hasta que ya habían avanzado bastante.
La noche se hacia larga y Gerrard y Starke seguían cabalgando, seguidos por Maraxus y sus hombres. Los caballos se sentían fatigados. Justo cuando comenzó a salir el sol, mostrando los primeros rayos matutinos, llegó volando sobre ellos el Weatherlight. Tahngarth estaba con un brazo vendado pero arriba de la nave, gritó – ¡Ahí están! ¡Saquen los cañones y apunten a esos jinetes!
ooo
La tripulación llevaba un día buscando a Tahngarth y a Gerrard sobrevolando el territorio que se extendía desde Benalia hasta Keld. Hanna y compañía encontraron a Tahngarth sobre el desierto que se extendía entre las dos regiones. Herido por la caída, pero concsiente, tomó el mando de la nave para seguir la búsqueda de Gerrard. El golpe que le había dado Starke lo tomó cómo un accidente. Al encontrar a Maraxus y sus hombres, recordó lo que había dicho Starke del mercenario: su poder residía en el número de personas que lo rodeaban. Ordenó disparar los cañones de la Weatherlight.
– ¡Pero Gerrard está ahí abajo! – reprochó Karn.
– Más te vale apuntar bien, gólem – respondió Tahngarth.
Karn no deseaba disparar, tras su juramento de no matar o herir a ningún ser viviente, cualquier situación bélica lo ponía en una encrucijada. Mirritomó su lugar para disparar los cañones. Uno a uno los hombres de Maraxus fueron cayendo, excepto el mismo líder. Cuando ya sólo quedaba Maraxus, Gerrard mismo frenó su carrera y se dispuso a esperar al mercenario.
– Debemos terminar esto, Starke.
– Quizá tengas razón, Gerrard.
Ambos esperaron a Maraxus. El Weatherlight aterrizó detrás de los dos hombres.
– Te has tomado muchas molestias para tratar de salvar al hombre que ha querido matarte desde niño, Gerrard. – dijo el mercenario.
– ¿De qué hablas?
– ¿Acaso no lo sabes?… tu origen… tu destino… Sólo por mostrar ignorancia mereces morir.
Maraxus empezó a atacarlos, matando primero al caballo, haciendo que Gerrard cayera.
– ¡No tienen escapatoria!
– ¡Gerrard! ¡La nave debe alejarse! ¡La tripulación le da fuerza! – gritó Starke.
– ¿Así que sabes mi secreto, Starke?
– ¡Tahngarth! ¡Llévate la nave de aquí! – Gritó Starke dirigiéndose a la Weatherlight
La nave empezó a despegar, alejándose. Gerrard seguía debajo del cadáver de su caballo.
– Aun así, son ustedes dos los que me darán el poder suficiente para derrotarlos.
– No cuentes con eso. – Starke dijo esto y empezó a huir.
– Ya le daré alcance. Primero me divertiré contigo Gerrard. – Maraxus quitó el cadáver que cubría a Gerrard y lo levantó del cuello. – agarra tu espada, héroe.

La pelea comenzó, pero Maraxus tenía la ventaja de aumentar su poder, que absorbía de Gerrard. Toda una noche de cabalgata y persecución había mermado las energías del actual capitán del Weatherlight. Maraxus reía y se burlaba.
– Antes de morir te diré un par de cosas, Gerrard… Primero debes saber que… ¡Uhg!
Starke, con sus habilidades de asesino, había regresado, clavándole una daga en la espalda de Maraxus, matándolo en el instante.
– ¡Starke! ¿Qué has hecho?
– Lo maté porque tenía que hacerlo. Pero mi lealtad está contigo – dijo Starke a Gerrard.

Al fin la tripulación estaba completa. Orim curó las heridas de Tahngarth y Gerrard, mientras Ertai hablaba de sus virtudes. Hanna y Karn discutían sobre el funcionamiento que debían darle al motor Thran. Mirri y Starke discutían sobre armas, y Squee daba a todos la mejor de sus cenas.
Gerrard se encerró en la cabina con Tahngarth, Hanna y Orim.
– No confío en Starke… ha jugado muy bien sus cartas y nos lleva a una trampa, o en verdad tiene una hija por la cual ha hecho todo esto y necesita regresar a Rath. – les expuso Gerrard.
– Aun así, planeado o no, necesitamos de Starke para ir a Rath por Sisay. – respondió Orim.
– Tahngarth, ¿consideras qué en caso de pelea, tenemos suficientes elementos? – preguntó Gerrard al minotauro.
– Es una misión de rescate. Esperamos pasar desapercibidos… pero creo que podríamos necesitar más talento golpeador.
– ¿Qué les parece Crovax? – preguntó Gerrard.
– ¿Estás seguro, Gerrard? Su forma de ser es… – comenzó a decir Tahngarth.
– Pero es amigo y no tendríamos problema en confiar en él. No sabe lo que le pasó a Sisay. Creo que nos querría ayudar. – contestó Gerrard, interrumpiendo.
– Creo que tienes razón. – Opinó Orim.
– Bien, está decidido. Esta noche en la cena le sacaré plática a Starke, aún no confío en él, pero necesito que sus ojos y oídos detecten sutilezas que a mí se me pueden escapar, ¿de acuerdo? Mañana iremos a Urborg.
ooo
Gerrard cuestionó a Starke sobre sus alianzas y el por qué, según Maraxus, Starke quería muerto a Gerrard desde niño. Starke le dijo a la tripulación durante la cena que Maraxus había sido enviado por el evincar de Rath para regresarlo a ese plano.
– Gerrard, pido perdón por mis acciones anteriores. Maraxus tenía razón. En algún momento de mi vida fui enviado para asesinarte… pero bajo amenaza de perder a mi hija. Ella está cautiva. Pongo mis habilidades y conocimientos a tus órdenes, pero necesitas ayudarme a liberarla.
– ¿Tuviste algo que ver con el rapto de Sisay? – preguntó Gerrard, serio.
– ¡No! Mis acciones han sido para ayudar. Estoy convencido de que el Legado es lo único que podría destruir a los Phyrexianos… ellos también están atacando a mi hogar… a Rath.
– ¿Entonces es verdad que eres de ese plano? – preguntó Hanna.
– Si. Yo servía al anterior evincar de Rath, el cual me envió a Dominaria para recuperar unos artefactos. Fui obligado, dadas mis habilidades y parecido humano. Porque contrario a lo que puedan creer, no soy humano, sino rathi. Pero el nuevo evincar de Rath, no tenía esa promesa conmigo.
– ¿Te refieres a quien dejo la nota de abducción de Sisay, el llamado Volrath?
– Si. Indirectamente fui quién hizo que Volrath ascendiera a evincar… creí que mi pasado con él haría que mi hija fuera liberada, pero la gente cambia, para mal.
– ¿Conoces entonces a Volrath? ¿Quién es?
– Creía conocerlo… Debo aceptar que mi influencia sobre él en un principio fue mala, pero sus propios fracasos y triunfos lo llevaron a ser el gobernante de Rath, matando a miles de inocentes ahí… es alguien a quién tú conoces, Gerrard.
– ¿Qué?
– Crecieron juntos, trabajaron juntos, rieron y lloraron juntos. Volrath alguna vez fue quien consideraste tu hermano, Vuel.
– ¡No! Eso no es posible.
– Créelo Gerrard. La fuerza interior de Vuel y su motivación lo convirtieron en el actual evincar de Rath. Como dije, tuve algo que ver. Soy… fui un egoísta, sólo pensando en cómo podría conseguir a mi hija… liberarla.
– Seguido enterramos al pasado… y de repente alguien viene a escarbar y saca todo – Dijo Gerrard viendo hacia la nada.
Gerrard estaba atónito ante la idea de que la persona a la que consideraba su hermano estuviera detrás de la captura de Sisay y de los artefactos del Legacy. Karn le recordó lo cruel que había sido Vuel con él y con Sidar Kondo, y la determinación se fijó en él. Gerrard estaba listo para asumir su destino.

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