Urza despertó. El último ataque de los negators había sido casi mortal para él. Su cuerpo estaba resentido desde su encuentro con Yawgmoth y le llevaba cada vez más esfuerzo cuidar de Xantcha. Urza despertó. Esperaba encontrar más enemigos, sin embargo, lo que vio a su alrededor fue paz y tranquilidad. Una voz lo recibió, pero era muy diferente a la voz que había oído en Phyrexia. La voz transmitía paz.
- Bienvenido, planeswalker. Mi nombre es Serra y estás en mis dominios. No deseo hacerte mal, pero toma mi aviso como advertencia.
- ¿Serra? He oído de ti en mis viajes… eres una Diosa.
- No, no lo soy. Soy cómo tú, soy una planeswalker. Puedo ayudarte a sanar tu cuerpo. Llegaste aquí, junto con otra, pero ella no obtendrá mi favor.
- ¿Xantcha?
- No sé su nombre, pero sé que su cuerpo irradia maná negro, proviene del más oscuro de los planos.
- Lo sé. Ella dice ser nativa de Phyrexia, pero su naturaleza es diferente. Ella es mi amiga y te estaría agradecido si también pudieras cuidar de ella.
El cuerpo de Serra se hizo presente en el cuarto. Llevaba una túnica que cubría incluso su cabeza. Detrás de ella le seguían otras mujeres, llevando agua, jabón y ropa nueva.
- Dime tu nombre, planeswalker. Ya sabes el mío.
- Mi nombre es Urza. Soy nativo de Dominaria, he sido inmortal desde hace dos mil años.
- Yo ascendí hace… mucho más. – La cara de Serra mostró una sonrisa. – Disculpa mi franqueza, pero tengo que ser directa, ¿a qué has venido? ¿a pelear?
- ¿Pelear? Ya no quiero seguir ese camino… he estado peleando por mucho tiempo, no me ha llevado a ningún lado más que aquí, por suerte. Quisiera descansar.
- La paciencia es algo que aprendes cuando eres un planeswalker. Ya habrá tiempo para más preguntas que deseo hacerte. Por lo pronto debes saber esto. Éste plano es mi reino. Es tranquilo y puro, pero el orden lleva un precio. Yo creé éste plano y mantenerlo me consume todo mi tiempo y dedicación. No es una tarea mala, ni reniego de ella. Los habitantes de éste plano lo llaman el Reino de Serra. El plano es una proyección de mí. Sospecho que tu chispa te dice algo particular acerca del plano, ¿cierto?
- Si, siento que todo el maná que irradia y lo sostiene es puro. Maná blanco. – Urza pensó por un momento que la sombra de Phyrexia no era más que una fantasía que quedaba atrás.
- Sí, es un plano ligado a la sanación. El plano de dónde provienes es un plano rico en todo tipo de maná. Tú mismo eres un faro multicolor, pero hay mucho maná blanco en ti, por lo que permitiré que te quedes. – las palabras de Serra hacían sentido en la mente de Urza. - Eres bienvenido a éste plano lleno de ángeles y de luz, sin embargo tu amiga, Xantcha, debe irse.
- Debo insistir, ella…
- La muerte no es la solución en mi plano. Sin embargo, por la naturaleza propia de la mujer con la que llegaste, Ella no está aquí. Su maná negro contamina y hace más difícil que el orden que pretende éste plano se lleve a cabo. Ella no es una planeswalker, por lo que su exilio se limitó a no dejarla pasar a la ciudadela principal. Cómo cortesía de igual a igual mandaré a buscar por ella, le ayudaré a sanar, sin embargo, en cuanto ambos estén físicamente bien tendré que pedirles que se retiren del plano.
- Me parece justo – contesto Urza.
- Bien, te dejo entonces, Urza. Señoritas – se dirigió a las doncellas que la acompañaban - Ayuden en lo que puedan a Urza, para que su estancia sea lo más placentera posible.
Serra dio la orden y se retiró. Urza comenzó a quitarse su armadura y por primera vez en mucho tiempo, se sintió afortunado y sin preocupaciones.
ooo
La orden de Serra había sido clara: permitiría a Urza poder descansar en la ciudadela, pero Xantcha quedaría encerrada mientras era cuidada. No había pasado mucho tiempo antes de que los hombres de Serra dieran con ella. El maná negro que emitía su naturaleza, eran un contraste muy grande en un plano lleno de luz y maná blanco. Xantcha sintió que era tratada de manera injusta. Sabía que durante su vida no había hecho otra cosa más que defender su individualidad y no había hecho nada más que ayudar a Urza, siempre enfocándolo hacia su propósito y ayudándole a pasar los momentos en lo que su mente se quebraba.
- La medicina está tardando un poco más. Pero Xantcha se recuperará. Si yo hubiese utilizado mi magia sobre ella, hubiese empeorado – dijo Serra a Urza.
- Te agradezco la atención con ella… ella ha sido… es… alguien con quien he compartido gran parte de mi vida. Aunque no se lo he dicho, pero sin ella quizá yo ya hubiese muerto o peor.
- Sé que es difícil, Urza. Los primeros años siendo un planeswalker son duros. Uno no se acostumbra al poder, al tiempo. Puede ser intoxicante si no definimos nuestras prioridades. Me tomó años definir que, lo que en verdad quería, era vivir en paz. Por eso construí éste plano.
- Lo cual es sorprendente.
- Me tomo años perfeccionar el hechizo, el verdadero trabajo es mantenerlo.
- El lugar es hermoso. No tiene nada que ver con Phyrexia. – soltó Urza.
- ¿Phyrexia? – preguntó asombrada Serra.
No acostumbrada a los delirios temporales de Urza, Serra no se dio cuenta de que, en ese momento, Urza estaba teniendo un colapso, en el cual comenzó a hablar de sí mismo y de su misión. El nombre de Phyrexia le causó molestia a Serra. Ese plano era todo lo que ella aborrecía.
- Casi toda mi vida como planeswalker ha sido encaminada a la destrucción de Phyrexia… Xantcha me dice que es un ser defectuoso nacida en ese plano, no le creo, pero su información probó ser muy útil y veraz. Con mi conocimiento de artefactos, yo sólo logré llegar la cuarta esfera, antes de ser sobrepasado.
- ¿Lograste entrar a Phyrexia? Eso…
- Fue un error… encendí una alerta… debí ser paciente y tratar de ganar aliados. Phyrexia no sólo es una amenaza a mi plano, a Dominaria, es una amenaza a todo el Multiverso.
- No para todos.
- ¿Qué quieres decir? – pregunto intrigado Urza.
- Phyrexia es muy antiguo, existía incluso antes de que yo naciera. – justificó Serra – Sé que es una amenaza y es latente, pero sólo es una amenaza para los planos naturales, no para los planos artificiales, como el mío.
- No estoy seguro de entenderte.
- Los planos artificiales tienen tiempo límite de vida. Incluso conmigo aquí, manteniéndolo, éste plano algún día morirá.
- Eso quiere decir… que ¿Phyrexia se destruirá a sí mismo? – Urza se preguntó más a sí mismo que a Serra.
- Eventualmente, sí. – respondió Serra.
- Eso cambia totalmente mi perspectiva… No necesito invadir Phyrexia… sino esperarlos y oponer resistencia.
- No creo que esperar sea…
- Haré ambas cosas… pero suena imposible…
Urza recordó el encuentro mental que tuvo con Yawgmoth, el cual lo dejó sin fuerzas y comenzó la espiral de locura mental que venía arrastrando desde entonces.
- Él entró en mi mente… me infundió dudas… me hizo verme insignificante…
- ¿Quién? – preguntó Serra, presionando por obtener más información de Urza.
- El Padre de las Máquinas… Yawgmoth.
El nombre le causo a Serra temor y asco. Su larga vida había hecho que ella misma se considerara una enemiga del Amo de Phyrexia. Aunque Serra trató de indagar un poco más, la mente fracturada de Urza comenzó a divagar y la información que obtuvo Serra, ya no le hacía ningún sentido. Aún así, Serra estaba muy sorprendida, pues nunca en todos sus años había escuchado siquiera que alguien se hubiera atrevido a atacar directamente a Phyrexia. “Este hombre es notable”, aunque también en la mente de Serra se dio la idea de que Urza era un valiente tonto. Quizá con mayor información su empresa hubiese tenido éxito, o cómo dijo Urza, con aliados. “La amistad entre planeswalkers es rara, sino imposible”, pensó la mujer.
Serra dejó instrucciones de que no perdieran de vista a Urza y que fuera atendido durante todo momento. Llamó a su general, la ángel llamada Radiant.
- Radiant, cambié de parecer en cuanto al exilio inmediato de nuestros huéspedes. Se podrán quedar después de su recuperación.
- Mi señora, ¿cree que sea prudente?
- Urza atacó Phyrexia, con ayuda de la phyrexiana Xantcha. Debemos intercambiar conocimiento. – atajó Serra - Has lo necesario para que en cuanto despierte Xantcha sea llevada hacia mí.
Radiant obedeció, a su manera. En cuanto Xantcha despertó fue llevada ante Serra, encadenada y con empujones.
- Bienvenida Xantcha, no nos habíamos conocido. – inició Serra, seca, pero cortés.
- ¿Urza, está aquí? Estas cadenas no son necesarias – replicó Xantcha.
- Lo sé. Radiant, por favor – pidió Serra, indicando que le fueran removidas – Xantcha, seré directa, he hablado con Urza acerca de su asalto a Phyrexia. Entiendo sus motivos, pero aún tengo dudas con los tuyos. ¿Por qué habrías de destruir el lugar dónde naciste?
- La pureza de Phyrexia no permite fallas, y pensar por mí misma, y ser diferente en Phyrexia es una sentencia de muerte. Desde un inicio se me hizo saber que no era adecuada… me trataron igual que aquí. – dijo Xantcha mirando fijamente a los ojos a Serra.
- Lamento oír eso. Veré que el trato que se te da cambie, si cooperas.
- Quiero saber por qué me tratan así, ¿Qué le he hecho a ti o a tu reino perfecto? Exijo una explicación – Xantcha en ningún momento bajó la mirada.
- Todas las cosas naturales se crean bajo el mismo entorno o esencia. Tu esencia es maná negro, el cual es contrario a la esencia de mi plano. Por supuesto que existe maná negro en mi reino, pero es mínimo. Tu llegada al plano fue inesperada, lo cual provocó un desbalanceo… No es nada personal contra ti. Ahora déjame preguntarte, Xantcha de Phyrexia, ¿qué buscabas al ayudar a Urza?
- Debo de aceptar que en él vi una oportunidad de recuperar mi heartstone, con la cual ahora soy libre y el Amo no puede controlarme más. Sin embargo, con el paso del tiempo, si bien no ha sido fácil, he tratado de ayudarlo. Yo conseguí lo que quería. Lo ayudo a conseguir lo que él quiere.
- Bien. Vamos a tratar de conseguirlo, ahora juntos. – sentenció Serra.
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