Tempest
1
El ruido que hace la Weatherlight disminuye mientras emerge del aether que existe entre los planos. Dominariadeja de verse como el fondo de un vaso con agua y en su lugar aparece el cielo oscuro de Rath, formado por nubes de colores azul y violeta. Las nubes se mueven en formas macabras mientras relámpagos salen de entre ellas. La Weatherlight evita las descargas por poco.
– ¡Bajemos la nave a tierra! – ordena Gerrard.
– ¡No! Primero debemos ubicarnos. Rath no es tan agradable como Dominaria – explica Starke. – No todos los mares son de agua ni las tierras son sólidas.

Gerrard, el capitán del Weatherlight llama a su segundo al mando, el minotauro Tahngarth. Le pide que llame a su tripulación para que estén en cubierta. Una vez reunidos, Gerrard tiene unas palabras para ellos.
– Hemos llegado, gente. En algún lugar entre nosotros y Volrath se encuentra Sisay… su antigua capitán, nuestra amiga. Debemos liberarla… y lo haremos a cualquier costo… pero preferiría que el costo fuera el menor posible.
– ¿Tienes algún plan una vez lleguemos a la fortaleza de Volrath? – pregunta Mirri, la guerrera felina. – ¿Cómo salvaremos a Sisay?
El rapto de la capitana Sisay había puesto en marcha lo que ahora se desarrollaba. Starke había sido el artífice del evento y Gerrard sabía que se dirigía a una trampa. Deseaba estar más preparado. Mirri sabía de la lealtad inquebrantable de Gerrard hacía sus amigos, “si tan sólo supieras que yo siento mucho más que eso por ti, Gerrard” pensaba la guerrera felina, deseando que sus sentimientos fueran correspondidos.
– Escuchen… En ocasiones anteriores, mi imprudencia ha traído problemas – Gerrard se dirige hacia sus amigos – no pienso hacer que por alguna de ellas Sisay acabe muerta. ¿Starke? ¿Puedes decirnos, al menos, dónde está esa fortaleza?
– La verdad es que no. No al menos desde aquí arriba. Nunca volé por mi plano. Una vez en tierra podría ubicarme mejor. Pero no sabría si debajo de nosotros hay tierra segura.
– Esperemos entonces a que la tormenta se calme.
– No es buena sugerencia Ertai, aquí las tormentas pueden durar semanas, meses. – contestó Starke ante el comentario del mago.
– Hanna, ¿los instrumentos de la nave pueden guiarnos al norte?
– Por ahora no… quiero creer que el viaje entre planos hizo que estén dando mediciones raras. Y sin sol por el cual guiarnos no sería posible. Sugiero que simplemente nos movamos. ¿Quieres agregar algo, Karn?
El gólem plateado veía la tormenta mientras sostenía el timón de la nave.
– Debemos movernos, ya.

Moviéndose lentamente entre nubes, y divisando una cordillera, la nave pronto se encontró con una costa a la cual podría bordear para definir una marca que fuera reconocible por Starke. Sin embargo, este se encontraba perdido. No había estado en Rath por más de 15 años y se disculpó ante la tripulación.
– ¡¿Así que para lo único que nos fuiste útil fue para llegar hasta aquí?! – exclama Tahngarthenojado.
– Quizá ese fue tu plan desde siempre, Starke. Regresar y abandonarnos a nuestra suerte. Yo creo que sabes bien dónde estamos – le reprochó Mirri sin dejar de mirarle a los ojos.
– Sé que mi plano no es tan grande como Dominaria, pero divisando la Fortaleza del Evincar todo su alrededor es lugar para poder planear.
– Gerrard, permíteme unas palabras. – Orim le expone al capitán sus preocupaciones – Debemos atracar en la costa. La mayoría de la tripulación no le sentó nada bien el viaje entre planos, y me incluyo. Debo de ver qué efectos secundarios pudieran ocurrir. No es algo que habíamos hecho con anterioridad.
– Bien Orim, tienes razón. Bajaremos.

Versada en artes de curación y sanación, Orim empezó a revisar a cada uno de los tripulantes. El joven mago Ertaile ayuda a tomar notas, mientras que el goblin Squee y el minotauro Thangarthcargan con las medicinas.
– Podría estar ayudando a Karn y a Hanna a descifrar los controles de la nave. – alardea Ertai.
– Si, tú muy bueno… Gerrard pedir ayudar Orim. Órdenes ser órdenes. – contesta Squee sonriendo.
– Aun así. ¿No creen que mis habilidades están siendo malgastadas en estar haciendo anotaciones?
– Nadie piensa en eso más que tú, mago – Tahngarth lo decía ya de manera impaciente.
– ¿Acaso no piensas que estar cargando esas medicinas es tonto? Mira, con un hechizo yo podría ayudarte. – Ertai haciendo uso de su magia hace que los botiquines de Orim empezaran a levitar.
– ¡Ertai! Has estado anotando mal los nombres de la gente y sus síntomas – dice molesta Orim.
– ¿Eh? ¡Claro que no! – responde el mago, mientras pierde la concentración y los botiquines empiezan a caer. Tahngarth, con agilidad, logra atraparlos.
– ¡Ten más cuidado mago! Es todo el medicamento que tenemos. No sabemos cuándo podrá hacer más Orim.
– ¡Suficiente! Ertai, muchas gracias, pero creo que mejor continuaré con Squee y Tahngarth. Squee ¿puedes anotar?
– ¡Si! Fea letra, pero leerla puedo.
– Una parte de mí cree que Barrin me enseñó meditación sólo para callarme – Se dijo a si mismo Ertai mientras veía a los demás continuar.

Gerrard, Hanna y Karn se encuentran en el cuarto de máquinas, evaluando la situación del Weatherlight.
– Todo está intacto. Pero me parecen raras las lecturas. Sigo pensando que es un efecto secundario de haber viajado entre planos. ¿Tú que piensas, Karn? – pregunta Hanna, al ver al gólem nervioso.
– Weatherlightaún no me dice nada. Está exhausta por el viaje. Al menos se puede mover y volar. Por eso no hay problema. De hecho sugiero que es lo único que hagamos. No sabemos la composición de los elementos en éste plano. Podrían dañar la nave. El agua sobre la cual estamos, tiene otro tipo se sustancia. El motor Thran aún tiene energía hasta para 5 viajes entre planos. Y suficiente para viajar hasta encontrar a Sisay.
– Buenas noticias. Ahora tengo algo que pedirles… a ambos. – Gerrard adopta una actitud seria – Por ningún motivo se expondrán a cualquier amenaza. No puedo forzarlos a que permanezcan aquí en el cuarto de máquinas, pero quiero que adopten una actitud razonable: son nuestros únicos ingenieros… si te pasa algo Hanna…
– Lo entiendo – respondió Hanna con una sonrisa – Estaré al pendiente.
– Eso es lo que me preocupa – sonrió Gerrard – sé que Karn manejará una actitud pacífica… pero tú eres demasiado… proactiva.
– Lo tomaré como un cumplido – dijo la ingeniera, de manera coqueta.
– Los dejo solos, esto ya se volvió muy raro para mí – dijo Karn saliendo del cuarto. – Se aman, no se hablan, se ríen… ¡humanos!
– Karn tiene razón… tengo confianza en nuestra misión, pero cualquier cosa puede pasar. No quisiera que pasara algo y que nosotros no hubiéramos arreglado nuestros problemas…
– Tranquila. No pasará algo malo. – Gerrard tomó a Hanna en sus brazos y le dio un beso.
En cubierta se encontraban Mirri y Crovax, pues ya habían sido examinados por Orim y no tenían ninguna molestia. Crovax observaba hacia el horizonte oscuro, con el mar perdido entre la tormenta de nubes violetas y azules que cubría todo lo que sus ojos alcanzaban a ver.
– Es una bella vista. – comenta Mirri – Bellos colores. Aunque represente un lugar siniestro.
– Si, tiene su encanto. – responde Crovax.
– ¿Quieres entrenar un poco? Me serviría bien un estiramiento – propone la guerrera felina. – Quizá ¿algo de pelea?
– No… no en este momento, lo dejaremos para después.
– Como tú digas. ¡Hey ustedes! ¿Quieren entrenar un poco?

Mirri deja a Crovax, mientras se acercaba a un grupo de tripulantes que también ya habían sido examinados por Orim. Crovax, sin prestarles atención, seguía observando el horizonte, pensando en Selenia, como lo hacía muy frecuentemente. Su antiguo ángel guardián había desaparecido de su control en el momento en que rompió el artefacto que la ataba a él, esperando que, si le mostraba libertad, escogería amarlo. Sin embargo, Selenia desapareció y Crovax seguía pensando en ella. En ningún momento pasó por su mente que, al destruir el artefacto, ella habría muerto. “Sé que estás en algún lado”, pensaba Crovax.
Gerrard ordena izar velas para que la Weatherlight despegue, dejando atrás esa costa. Sin rumbo fijo, la nave comienza a viajar muy cerca de la superficie para familiarizarse con el entorno. Pronto estuvieron sobre un bosque. La tormenta también estaba desapareciendo, no dejaba pasar aún la luz, pero las nubes ya no eran tan densas y su color cambio a gris claro, dando la sensación de que más arriba de ellas había luz de sol.
Tahngarth esta fascinado con la nueva luz, pues le será más fácil ubicar los límites del bosque. Mientras buscaba marcas sobre el terreno en los árboles del bosque, sus ojos ubican algo que venía volando hacia ellos con increíble velocidad. Resulta ser un ángel que se detuvo a un costado de la de la Weatherlight. Crovax se encontraba en cubierta y su mirada se posó en el ser alado. “Selenia” dijo en voz alta.

El ángel lanza una mirada inerte a la nave. De repente, alzando ambos brazos, una luz comienza a salir de sus manos, cegando a todos los que se encontraban en cubierta del Weatherlight. El plano de Rath les estaba dando la bienvenida.
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