
Nahiri, llamada también La Litomante, es una talentosa maga artífice en litomancia, la rama de la magia que tiene control sobre cristales, gemas y piedras.

Si bien se desconoce la causa por la cual la chispa de Nahiri se disparó para convertirla en planeswalker, lo cierto es que muy pronto conoció al planeswalker vampiro Sorin y juntos formaron una amistad curiosa. Sorin veía a Nahiri como una hija y le enseñó lo que sabía acerca del Multiverso, en el cual, juntos, visitaron varios planos.
Fue en uno de estos viajes donde ambos fueron testigos de la destrucción de un plano antiguo y olvidado a manos del titán eldrazi Ulamog. No pasó mucho tiempo antes de que conocieran al dragón planeswalker Ugin, con quien idearon un plan para detener a los Eldrazi, al menos por un tiempo.
Los Tres, como fueron conocidos, idearon una trampa con la cual atraer a los Eldrazi para que tomaran forma física y encadenarlos en un plano. “Un pequeño sacrificio que salvará al Multiverso” dijo Ugin. Los Tres buscaban un plano que fuera atractivo al hambre insaciable de los Eldrazi. Una joven y entusiasta Nahiri sugirió entonces su plano natal: Zendikar.
El plano de Zendikar tenía un maná dinámico y ecosistemas variados y atractivos como para ser visitado eventualmente por los titanes, por lo que en verdadera comunión con el objetivo y verdadera colaboración Los Tres se dispusieron a trabajar.

Sorin Markov sedujo a los Eldrazi, dirigiendo el hambre de los titanes al maná único de Zendikar. Ugin utilizó su aliento invisible para combatir a los Eldrazi y su magia incolora para atarlos al plano. Nahiri construyó una red inmensa de monolitos, conocidos como Hedrones, que alimentarían la prisión planar, impidiendo que los Eldrazi pudieran irse. Ugin alineó los Hedrones a las fuentes de maná de Zendikar, las cuales no debían de ser alteradas para lograr una armonía. Así, todo terminó.
Sin embargo, el poderoso hechizo que habían diseñado Ugin, Sorin y Nahiri no era una jaula. Los Eldrazi no estaban confinados, pues sus manifestaciones en Zendikar solo eran extensiones de su naturaleza. El poderoso hechizo que Los Tres habían casteado solo hacía que los titanes Eldrazi no pudieran abandonar el plano.

Los planeswalkers concentraron el poder del hechizo en las montañas de Akoum y construyeron una cámara subterránea llamada El Ojo de Ugin. Para asegurarse que el hechizo que mantenía a los Eldrazi contenidos no pudiera ser roto, los tres planeswalkers sellaron la cámara con magia condicionada. El Ojo de Ugin solo podría ser abierto en presencia de tres chispas de planeswalker y si fuera utilizado el aliento de Ugin, el hechizo llamado GhostFire .

La trampa funcionó: Emrakul, Ulamogy Kozilek permanecieron cautivos y, con la misión completada, Uginy Sorin abandonaron Zendikar. Nahiri se quedó con su gente, los kor, a quienes felizmente instruyó en el mantenimiento de la red de Hedrones. Si bien el maná abundante del plano atraía a otras amenazas, Nahiri se tomó como voto el proteger a Zendikar.

Ob Nilixis, ya convertido en planeswalker, visitó Zendikar con la idea de usar al plano para quitarse la maldición de la Chain Veil que lo había convertido en demonio. El maná caótico del plano, y posiblemente la red de Hedrones, hicieron que Ob Nilixis no tuviera completo control de su chispa al llegar. Para su mala suerte, se encontró con una Nahirien plena facultad de sus poderes, quien implantó un pequeño hedron en la cabeza del demonio, haciendo que perdiera su poder, pero no su chispa.

La chispa de Nahiri había sido encendida mucho antes de los eventos de Time Spiral, lo cual la convertía en una planeswalker con un poder inmenso (visto en los Hedrones) e inmortal. Si bien la enseñanza a su pueblo, los kor,sobre el cuidado a la red de Hedrones le consumía su tiempo, ver morir a generaciones enteras de kor la deprimió. Deseaba volver a saludar a sus viejos aliados, pero la conexión con Zendikar y su voto de protección al plano le impedían viajar por el Multiverso, por lo que decidió hibernar para evitarse la pena de no envejecer.
Los años se convirtieron en siglos y las enseñanzas de Nahiri pasaron entre los kor como tradiciones, sin embargo, en algún punto tomaron otro matiz: los titanes Eldraziempezaron a ser reverenciados como dioses por los kor y por otros pueblos y razas de Zendikar. Kozilek, Emrakul y Ulamogpasaron a ser conocidos como Talib, Kamsa y Mangeni, respectivamente. Nahiri fue conocida como la profeta de Talib. Tomó especial relevancia que los tritones y sirenas del plano les llamaran a los Eldrazi como Cosi, Emeria y Ula.

Nuevos asentamientos surgieron en las montañas de Akoum por la poca vigilancia que había en la cámara donde se encontraba el Ojo de Ugin, lo que produjo una desestabilización en los Hedrones, haciendo que el linaje adormecido de los Eldrazi comenzara a multiplicarse y empezar a ser activo. La situación despertó a Nahiri quien, alarmada, convocó a Ugin y a Sorinpara que la ayudaran, sin embargo, los dos planeswalkers no respondieron. Nahiri restauró el hechizo y la alineación de los Hedrones por su cuenta, pero el que no respondieran sus viejos amigos, le preocupó. Decidida, Nahiri abandonó el plano en busca de su mentor, Sorin.

Cuando Nahiri llegó a Innistrad y preguntó a Sorin el porqué de su ausencia cuando pidió ayuda, el vampiro se limitó a contestar que quizá la Helvaulthabía absorbido su mensaje. La respuesta sin emoción por parte de su antiguo amigo enfureció a la planeswalker. Sorin le explicó que, con lo que había aprendido de litomancia de Nahiri, había construido un monolito que protegería a Innistrad de sus propios demonios.
Nahiri se burló de la poca habilidad de Sorin para la litomancia. El vampiro, ofendido, le recordó quien la había instruido como planeswalker y que si quería seguir con juegos infantiles fuera a molestar a Ugin. Nahiri tomó el comentario como una traición al lazo que alguna vez ambos compartieron y amenazó a Sorin. Sin embargo, el ángel Avacyn actuó para lo que había sido creada: proteger a Sorin de amenazas. Ambas se enfrascaron en una pelea, pero Sorin se interpuso y exilió a Nahiri dentro de la Helvault. Si bien Nahiri podía controlar la piedra, era incapaz de influenciar al monolito creado por Sorin.

Seis mil años después de haber sido aprisionados, los titanes Eldrazi fueron liberados gracias a la fatídica coincidencia de haber tres planeswalkers en el Ojo de Ugin y castear el hechizo Ghostfire. Los culpables fueron Jace, Sarkhan y Chandra, siendo esta última quien casteó el antiguo hechizo. Sorin fue quien actuó esta vez y trató de invocar de nuevo a Los Tres; sin embargo, era incapaz de liberar a Nahiri sin destruir la Helvault, además de que encontró muerto a Ugin en el plano de Tarkir. Tras una aventura en el tiempo, Ugin seguía vivo, gracias al resultado de una línea atemporal. El antiguo dragón ordenó a Sorin que encontrara a Nahiri, quien seguía en la prisión que había creado el vampiro.
Una vez más, el destino de Los Tres coincidió con otro planewsalker: Liliana Vess destruyó la Helvault y, sin quererlo, liberó a Nahiri, quien rápidamente fua a Zendikar sólo para encontrar al plano siendo lentamente devastado por eldrazis. La situación le hizo jurar venganza en contra de Sorin, a quién consideró culpable del fatídico destino de Zendikar. La kor juró hacer sangrar a Innistraddel mismo modo que su plano natal. Nahiri abandonó Zendikar sin saber que una alianza de planeswalkers luchaban por el plano.

Una vez de vuelta en Innistrad, Nahiri atacó la Mansión Markov, destruyéndola y utilizando su litomancia para aprisionar en los muros a los vampiros que ahí vivían, dejándolos en estado de agonía perpetua. Irónicamente, los clanes vampíricos contrarios al clan Markov la tomaron como una heroína y la idolatraron cómo una diosa, pues creían que era una vampira antigua. Con el apoyo de la población, empezó a crear monolitos a lo largo del plano que utilizaba para aumentar las líneas de maná del plano y así atraer a los titanes Eldrazi.

Sin saber que su plano natal había sido salvado por una alianza de planeswalkers, Nahiri utilizó sus criptolitos para invocar a los titanes eldrazi, de los cuales únicamente Emrakul conservaba una manifestación física. Solamente hasta que una enloquecida Avacyn fue destruida por su creador, Sorin, fue que Emrakul se vislumbró en Innistrad, corrompiendo al plano y sus habitantes. El antiguo planeswalker vampiro perdió toda esperanza de salvar a su plano natal y convocó a una tregua entre clanes vampíricos para unirse en alianza contra Nahiri, quien los esperaba en las ruinas de la Mansión Markov. Si bien Nahiri salió herida, logró encerrar en piedra a Sorin y lo dejó contemplando la destrucción que causaba Emrakul. Nahiri huyó a un rumbo desconocido sin saber que Emrakul decidió ser aprisionada en la luna de Innistrad, salvando al plano, al menos de manera temporal.

La Guerra de la Chispa fue el evento que vio cómo decenas de planeswalkers fueron invocados a una trampa en Ravnica por Nicol Bolas, quien usó el artefacto conocido como El Sol Inmortal para evitar que huyeran y así obtener sus chispas para uso del antiguo dragón. Si bien Sorin, al verse liberado de la agonía de estar atrapado en piedra, inició hostilidades contra Nahiri, tras una dura batalla ambos se dieron cuenta que debían mantener una tregua para luchar una vez más por la paz del Multiverso. Cuando Chandra deshabilitó El Sol Inmortal, Sorin y Nahiri fueron de los pocos planeswalkers que se quedaron para ayudar a los Guardianes en su lucha contra Nicol Bolas. Tras la derrota del villano, ambos desaparecieron.
Nahiri volvió a Zendikar con la idea de eliminar de su plano al fenómeno conocido como Turbulencia, el cual hace que el maná sea impredecible, así como potente. Al encontrarse con la planeswalker Nissa, Nahiri se da cuenta que ambas desean el bien de Zendikar, pero cuando Nahiri destruye a un elemental invocado por Nissa, las dos mujeres entienden que sus métodos las llevarán por caminos diferentes.

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